miércoles, 5 de abril de 2023

María la del Alegre

El abuelo Francisco. Nuestra madre

Servidor, José, Manoli, Carlos y Nuria. César aún no había nacido

La yunta trilladora: la Manchega y la Redoma

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

  
        Para los hermanos, seis, 1929 no fue el año del crack de Wall Street en los EE UU, ni el intento del golpe de Estado en España contra la Dictadura de Primo de Rivera de Sánchez Guerra, un señor de Córdoba al que pintó Julio Romero de Torres y que tendría un hijo llamado ¡como no!, Rafael, que llegó a presidente del Real Madrid. 1929 fue el año que nació María, nuestra madre, primera de las seis hijas de Francisco "el Alegre", que junto a dos varones paridos por Dominica, la madre, nuestra abuela, sumaron ocho de prole. Aún faltaban siete años para la Guerra Incivil.


       Mientras en España corrían años convulsos, en la Sierra de la Demanda se luchaba por subsistir con un poco de ganado, cuatro "piazos" malatos de trigo, cebada y garbanzos y una huerta para que no faltase el tomate, la lechuga y la cebolla. "Ah, y berzas para los cochinos donde el Molino". Los serranos y sobre todo las serranas no podían nacer encogidos ni apocados; no valían las pamplinas y desde los cinco o seis años tenían la responsabilidad, sobre todos las hermanas mayores, de ser útiles para todo. Por ejemplo: llevar o traer las vacas a los "praos". "En invierno aullaban los lobos y pasábamos un miedo que para Dios es Cristo". Nuestra madre, como mayor, empezó desde muy chica a ocuparse de las tareas de una casa de pueblo pequeño sin agua corriente donde se lavaba en la alberca y en invierno se podía llegar hasta los -18º;  la tarea temprana era ir a "la fuent'arriba" con las botijas. Servidor nació un 6 de enero, aislada mi madre por la nieve. "...De muy chiquita llevaba la comida a la tierra donde estuvieran segando o sembrando los abuelos, las cabras a la beceñada, las vacas a la boyada... regar a Vancornejo, a las Hazas, a la "Mericaila"..., planchar, atender el puchero a la lumbre..." "A los doce años ya segaba, acarreaba, beldaba... o pisaba la hierba en el carro, donde me picó la víbora y no morí de milagro."


       -¿Que es beldar, abuela? -pregunta mi sobrino.


     Los serranos son muy jaquetones y no les importa, como a los gallegos, echarse "por el mundo alante". A América se fueron muchos. "Cuando nos casamos vuestro padre y yo y él se fue a Francia, vosotros eráis pequeños. No os podéis imaginar lo que tenía que trajinar todos los días para atender las tierras, y a vosotros..., compraba tela y os hacía los abrigos, lana para los jerseys, tela para las camisas porque no teníamos dinero... Además cosía algo para las vecinas y ponía las inyecciones...¡ufff, madre mía! Cuando ya vino tu padre de Francia con la Scala (hoy Cerámicas Gala) y nos fuimos a Burgos ya sabéis que para poder afrontar los gastos de seis hijos que sois, cosíamos todos zapatos por las tardes y luego también estuve, si os acordáis, tejiendo jerseys para una modista famosa. Salimos adelante y ahora estoy muy contenta de todo lo pasado al veros juntos a los seis y a los nietos aquí, en la casa del pueblo alrededor de este cordero."


        Nuestra madre nació en la Virgen de Septiembre. "...en verdad, me llamo María de la Cabeza...", nos enteramos cuando servidor había pasado de los cuarenta, "...pero en el carné y en todos los sitios me ponen María sólo". "A mí la Virgen me ayuda...", dijo cuando murió Carlos en el 2014, el cuarto de sus hijos. Lo mismo repitió cuando falleció nuestro padre Pedro, en el 16. No perdió la fe hace dos años cuando se fue José, el mellizo. Servidor cree que no podía ser de otro modo y la Dolorosa, la Virgen del pueblo a la que cosió y ofreció un manto, como suele elegir un viernes que le cuadre en día distinto cada año, escogió el 31 de marzo en el 2023 para acoger a sus elegidos. El caso es que el Viernes de Dolores, María nuestra madre, amaneció en su cama de la calle Vitoria en Gamonal dormida para siempre con una paz que imagino sólo pueden mostrar quienes tanto han batallado sin dar ninguna importancia a sus heroicidades.
      D. E. P.