Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Justicia poética, o “grogueta”, la del sábado en el Bernabéu con la victoria del Villarreal de Setién, el Revilla del fútbol, por su humor pasiego, que al término del partido le llevó a hacer en el vestuario una risueña parodia... de Ancelotti, que tendrá todos los records, pero no el de haber conducido a Messi a un desastre de Annual como el del 2-8 con el Bayern en Champions. En cuanto a lo de Valverde con Baena, eso forma parte del cancionero (¡el Cancionero de Baena!) del fútbol español, que no posee la gracia que se daba en la tauromaquia.
–¡Cornás pa tos, hijos de p…! –era el saludo de César Girón a sus compañeros de terna al arrancar el paseíllo.
O Victoriano de la Serna acercándose a Domingo Ortega en un mano a mano en Valencia: “¡Eh, paleto! Tú saldrás hoy por la Puerta Grande, pero será de mí de quien hablen mañana los periódicos”. Y se sentó en el estribo hasta que le echaron al corral el toro vivo.
En el fútbol hay menos grandeza. De hecho, no hay ninguna. Zidane cabeceó a Materazzi porque el italiano, cuando el francés le ofreció su camiseta, le dijo que prefería a su hermana. Los entrenadores castizos lo llaman “psicología del fútbol”. Luis Aragonés descubrió a Hugo Sánchez un mundo de colores cuando le dijo cómo desestabilizar en los córneres a Cedrún. Imaginemos lo que ha de aguantar un chaval como Vinicius, que se estrenó en España con un mordisco en la cabeza propinado por Tachi, un capitán atlético, y el árbitro saldó el incidente con una tarjeta a ambos, a uno por morder, y al otro, por dejarse morder. Vinicius todavía está esperando que el FBI, que ahora está entretenido con lo de Trump, resuelva el caso del muñeco Ku Klus Klan que le dedicaron en un puente madrileño. Y lo de “Vinicius eres un mono” o “Vinicius muérete” forma ya parte del rico folclor ibérico, sin que a nadie le choque siquiera un poco. El problema de Vinicius es que se rebota, y eso no gusta a los señoritos de la plantación mediática. Una madre abadesa del convento periodístico achaca las protestas de Vuinicius a un “neovictimismo” (?) que en el club dejó… Mourinho (¡señores, han cantado Mourinho! ¿alguna línea más?), el genio que cuando nadie había oído hablar mal de Negreira dijo que algo olía a podrido en Dinamarca. Vinicius debe recoger algodón y, si le pegan, no rebotarse, o será otro mourinhista.
El régimen de las Autonomías ha disuelto la conciencia nacional y disparado el paleterío hispánico, que ve en el Real Madrid al señorito que hay que tirar al pilón. Si hay pueblos en los que el panadero debe hacer las obras de reforma de la tahona en plazos anuales para no desatar envidias entre el vecindario, ¿qué instintos no agitará la visión del nuevo Bernabéu?
La justicia poética, o “grogueta”, del sábado en la Castellana fue poner en evidencia a una competición por muchos motivos muerta, por muchos gritos que diera en Sábado de Gloria el locutor Carlos Martínez para resucitarla, porque hay que vender el momio, y que sonaban a los gritos de Juana la Loca con el cuerpo del rey Hermoso en andas. Para el Madrid, el partido era como un estiramiento de piernas para la Champions del miércoles con el Chelsea, incluida la generosidad de Nacho (“¡Nacho quédate!”, se desgañitaban los piperos) haciendo famoso a Chukwueze, nuevo ídolo mediático… salvo que lo reclame Mourinho, a quien, según un tal Cassano, “le importa una m… el fútbol”.
–Cassano jugó en la Roma, el Inter y Real Madrid –contestó el portugués–. En Madrid se le recuerda por su abrigo, con la Roma ganó una Supercopa sin jugar, con el Inter no ganó ni la copa de Lombardía.
Al tal Cassano recurrieron los medios cuando, ante el runrún de la marcha de Ancelotti, sonó el nombre de Mourinho, el tipo que los desenmascaró. Antes, llegaron a afearle que mandara a callar a los hinchas romanos que dirigían cantos racistas contra el serbio Dejan Stankovic, entrenador de la Sampdoria. La victoria de Ancelotti en Barcelona los calmó, porque alejaba la sombra del Diablo. Victoria justa, pero corta: si puedes meter siete, no puedes conformarte con cuatro. Con miras al futuro, el partido sirvió para que Vinicius, como hacía Barba Azul con sus amantes, metiera en el barril donde atesora su colección de laterales a Araújo. El otro jugador deslumbrante fue Camavinga, que “parece el hijo que hubieran tenido Fernando Redondo y Clarence Seedorf”, cosa que dijo en estas páginas Hughes, con el deseo de que el Madrid lo fichara, hace cuatro años, cuando el futbolista tenía 16, a riesgo de que aparecieran las urracas del foro, como ha sucedido, a apropiarse del brillo ajeno.
HOMO HOMINI LUPUS
“Después de mí, ‘naide’, y después de ‘naide’, Fuentes”, dijo Guerrita. Bueno, pues después de Lincoln en Gettysburg, “naide”, y después de “naide”, Ceferino, cuyo discurso a la Uefa reza: “La Superliga se ha convertido en un lobo disfrazado de abuela. ¿A quién engañan? A ‘naide’. Son cárteles por encima de la meritocracia y la democracia”. Para que se vea que es jurista: “Homo homini lupus”. El hombre es lobo para el hombre. En cuanto a “la democracia”, la pregunta ontológica es: ¿qué punto de contacto ve Ceferino entre la Uefa y la democracia?
[Lunes, 10 de Abril]