Ignacio Ruiz Quintano
Abc
A 2024 España deberá pedirle paciencia. La paciencia que hace un siglo elogiaba aquí Cuartero, el editorialista de ABC a quien retiró el saludo el Dictador por este recibimiento editorial a su Dictadura:
–Estamos ante un episodio que ni es nuevo; una de tantas frágiles promesas que entretienen el tedio nacional. No es una revolución… Casi no es un hecho de fuerza. Fuerza ¿sobre qué y sobre quiénes? ¿Con qué lucha? ¿Contra qué obstáculos y resistencias? Un episodio más al que abre un pequeño crédito la paciencia del país. Esta paciencia denigrada por el despecho demagógico es el gran tesoro del alma española; disciplina ingénita, escepticismo prudente y sereno, sentido de tolerancia que mitiga todos los contratiempos y va salvando todos los desastres…
La Dictadura de Primo fue la gran incubadora de lo que llamamos Psoe (con “e”, no de España, sino de Estado), que en recompensa a su colaboración, y previa limpieza de toda competencia obrerista, monopolizó el mercado de la izquierda integrándose en el Estado… para siempre, que es hasta hoy. A Fraga le cabría el Estado en la cabeza, pero a Isidoro (“el Estado también se defiende en las cloacas”) le cabía en el bolsillo: suya fue, por exigencia alemana, la imposición del sistema electoral proporcional que diluye la conciencia nacional hasta asfixiar a la Nación, sometida hoy, como sus vecinas, a las patocracias venidas del frío.
En una patocracia, enseña Lobaczewski, todos los puestos de liderazgo deben ser ocupados por individuos con trastornos psicológicos: cuando este sistema lleva algunos años gobernando, el ciento por ciento de los individuos que presentan una psicopatía esencial están involucrados en la actividad patocrática, y se los considera los más leales.
–En estas condiciones, ningún área de la vida social puede desarrollarse con normalidad. La patocracia lo paraliza todo progresivamente. Las personas normales se ven obligadas a desarrollar un grado de paciencia superior al de cualquiera que viva en un sistema normal sólo para poder explicar qué se debe hacer a un trastornado psicológico de obtusa mediocridad colocado al mando de algún proyecto que no logra comprender y menos aún manejar.
Las patocracias de Lobaczewski se desarrollan mediante un sistema de adoctrinamiento activo con una ideología adecuadamente rediseñada, caballo de Troya cuyo fin es volver patológico el proceso de pensamiento de los individuos y de las sociedades: “Nunca se admite abiertamente el objetivo: obligar a las mentes y patrones de pensamiento enfermos, hasta que finalmente acepten aquel régimen”.
En la panza de ese caballo viajan la demencial campaña “fregar escaleras” y el pleno municipal (¡extraordinario!) de reprobación al concejal Smith convocado por un alcalde que en su día prometió a un falso alcalde de Kiev “castigar a los bastardos rusos” en Madrid, cuyas llaves entregó luego a Petro, el infame “Aureliano” del M-19. Paciencia, pues, para 2024.
[Martes, 2 de Enero]