lunes, 15 de enero de 2024

Cómo no defender



Francisco Javier Gómez Izquierdo


              Sabido es que el fútbol lo mira cada cual con sus particulares demonios en la mollera y que los entrenadores son en teoría los que más saben, los periodistas los que más entienden y los aficionados los que más hablamos. A veces, pocas, se oye hablar a entrenadores, periodistas y aficionados que además de hablar, parece que dicen, y así, en la final del torneo de las Arabias cuando muchos aficionados, entrenadores y periodistas vieron a Balde, Koundé, Cristiansen y Araújo tirar la línea defensiva mientras se acercaban sin coordinación a la línea del centro del campo con la amenaza saetera de Vinicius y Rodrygo, pensaron lo que servidor dijo a su doña: "Ese modo de defender es un suicidio". Creo que lo que se ve no necesita candil y eso de los tres centrales y dos carrileros puede ser táctica para sobresaliente en un examen teórico, pero habría que especificar que siempre que los centrales sean rápidos o cuando menos insuperables por su dominio en la colocación. Una colocación demostrable en la práctica como en los tiempos del líbero, oficio ya amortizado, que mandaba salir -"salimooooos"- por orden de general en batalla que es lo que era aquel Baresi que no dejaba pasar ni a Butragueño ni Stoichkov del círculo central. El Barça defiende mal. Muy mal. Hay jugadores que parecen peores que cuando llegaron, y éste es dato que seguro preocupa a Xavi, culé nato que escuchó en su día decir al gran Van Gaal que el entrenador bueno es aquél que hace mejores a los jugadores que entrena. Bellingham, Rodrygo, Vinicius, Valverde, Ibrahim, incluso veteranos como Carvajal, Kroos.. parecen mejores jugadores cada partido y ésto es bueno para el club (mejor, la empresa) por lo que renovar a Ancelloti no debe admitir la mínima discusión.


        No tuvo historia la final de las Arabias, aunque quizás nos esté avisando de la descomposición no sólo defensiva del Barça, sino también institucional de un club que como los barandas de Cataluña gastan sin tino y sin el control que a otros se les exige. (No me cansaré de repetir que al Burgos lo descendió la FEF por 30.000 euros, cinco millones de pesetas que el presidente Quintano ni puso, ni pidió para convertirse en S. A.). No tengo capacidad mental para entender los asuntos de los dineros de Barça y Madrid a los que he convertido junto al Levante en el que jugó don Rubiales en esos demonios particulares de todo buen aficionado con su media docena de manías. Así, mis clásicos son el Burgos-Valladolid que aconteció el sábado en un partido emocionante de verdad y que se llevó mi Burgos con un gol rarísimo de Ander Martín. Un gol en el que el locutor y un entrenador que ayudaba en la transmisión vieron belleza mientras servidor, pedestre aficionado, sólo apreció escorzo para controlar un balón rebelde que dio en chocar con el tacón de nuestro extremo y ¡zas!, golito o golazo de tres puntos. Mi Burgos se ha colocado a dos puntos del play off y rezo por que ese nubarrón argentino de nombre Figoli no destroce la buena sementera de éstos últimos años.