lunes, 8 de enero de 2024

En la muerte de Franz Beckembauer, el Káiser, el líbero

     


Campeón del mundo. 74


 Alemania Occidental contra Alemania Oriental. 74


Bayern campeón de Europa ante el Leeds United. 75


Francisco Javier Gómez Izquierdo


"¡La elegancia!" les habrá salido sin querer a los aficionados veteranos cuando hayan sentido la muerte de Franz Beckenbauer y luego "¡el Káiser!", que es decir todo y no necesitar más para resumir en dos palabras lo que ha sido este hombre. A mí, su apogeo me pilló en plena obsesión de acaparar recortes e historias de fútbol que ampliaban lo que escuchábamos por la radio y veíamos por televisión. Con Pelé no se podía comparar nadie, pero el mundo del fútbol buscó una rivalidad entre dos jugadores sensacionales: Cruyff y Beckenbauer. Un día de San Fermín los enfrentó en el mejor partido posible y fue éste la final del Mundial del 74. Reconozco que íbamos con Cruyff y aquella tarde nos enfadamos un poco con él porque nos pareció que quiso ser Beckenbauer, su antagonista. Marcó Holanda de penalty nada más empezar y Johan bajó a la zona de retaguardia a jugar como Franz, pero como Franz sólo jugaba Beckenbauer. Holanda y Alemania eran dos equipazos que daba gusto verlos y de la categoría e inteligencia de sus dos estrellas nadie ha dudado jamás, pero servidor, que estimaba a Cruyff como más espectacular y de más clase, fue admitiendo que Beckenbauer, con una colocación, una técnica y una pausa que más parecía mágica ubicuidad que capacidad física me ganó año a año hasta ponerlo en el repóker de divinos: Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona, Beckenbauer... al que hay que añadir a Messi. Ganó el Ajax la Copa de Europa tres años seguidos y ahí que llegó el Bayern del Káiser para llevarse otras tres, y con Alemania la Eurocopa del 72 y el Mundial del 74, títulos para el prestigio absoluto que la Holanda de Cruyff rozó pero no logró.

       A mí me gustaba mucho -creo que me impresionaba y me parecía invencible- la Alemania de los 70. Maier, que vestía de luto como todo portero serio, Vogts del que huyó Cruyff en aquella final memorable, Breitner con su zurda y una melena que llamaron maoísta, Bonhoff con sus trallazos, Hoeness y su manera de correr y ¡cómo no! el difunto Torpedo Muller, el delantero-delantero que anidó como nadie en el área. El jefe indiscutible, la "autoritas" era Beckenbauer, el líbero por antonomasia, ése al que queríamos asemejar los nuestros y les añadíamos el Bauer, no como homenaje, ni como reconocimiento, sino como lección aprendida en los 70: Aguilerabauer, Carmelobauer, Hierrobauer, Andrinuabauer... y así un ciento.

      Luego, como entrenador, Beckenbauer quizás no ha tenido el aura del Johan Cruyff, pero el caso es que ganó el Mundial del 90 para rubricar la firma que ya había sido reconocida en Alemania como la del mejor jugador de su Historia, y así título a título fue ganando a Cruyff en el palmarés, que a fin de cuentas es lo que suele valer.

      No sé, me he creído en la obligación de dedicar cuatro letras a uno de los tipos con los que fui feliz, pero tengo la sensación de que se va mucha gente cercana en los últimos eneros, mes al que le estoy cogiendo mucho respeto. Que a mí me haya llegado, ya van en éste Zagalo y Castellanos, otro al que le compararon con Beckenbauer.