Francisco Javier Gómez Izquierdo
Europa no entiende las democracias de por ahí, pero no revisa las propias por considerarlas de virginal pureza y así en esta España nuestra no hay día que no aparezca un Reglamento, un Decreto, un edicto, una Ley para cualquier cosa que preocupe a las mamás y papás de "las compañeras y compañeros de nuestras hijas y de nuestros hijos". Dicen hombres y mujeres, ciudadanos y ciudadanas, españoles y españolas y así parece que hay muchos y por lo tanto es democrática la preocupación. Las preocupaciones, conforme doctrina gubernamental que va haciendo callo en "la gente", van desde el odio al Mercadona, a los hombres y sobre todo a policías y empresarios hasta el uso adolescente e infantil de los móviles -trasto éste que jamás se simplificará-, porque, sostiene el Gobierno y sus expertos... y "también mucha gente", genera violadores, como los pinos el níscalo otoñal.
Va a salir una ley para que los niños y adolescentes, sobre todo los del género masculino, no accedan a la pornografía, actividad industrial ésta que ya tuvo aquí su puritano ejército a finales de los 70, tiempo que con esa manía de dividir, separó la "sensualidad" en dos ramas: los eróticos, que eran los buenos y compraban el Interviú por sus reportajes, y los rijosos, que eran los guarros y que compraban el Lib y una revista que se llamaba Private, creo, y que en las compañías de chorchis, por estar en edad, se pasaban solidariamente. Dicen los expertos, que suelen ser psicólogos con ansias de darse importancia, que el porno en los móviles de los niños y adolescentes ha hecho crecer el número de delitos sexuales y sobre todo, violadores. La solución, en base a esos expertos, es que ni chicos ni grandes, hombres todos, accedan a la pornografía. Si un solterón de la Bureba, Abundio sin ir mas lejos, que no se corta en contarlo, descansa bajo un roble o una higuera ("todo el mundo sabe que la sombra de la higuera es muy propicia para el pecar en sosiego... " se lee en la Mazurca de Cela) y mirando al móvil le entran ganas, es casi seguro que no va a poner su nombre y dni para entrar en la página de guarras.com por lo que tendrá que renunciar a sus fantasías concupiscentes de aquí en adelante. Y como Abundio, millones. "Algo habrá que hacer, ¿no? No sea usted demagógico y maximalista", dice el padre que compra un "aifon" al niño por la primera comunión y que ya padeció el coma etílico de un sobrino de 14 años que se quedó en casa por Feria.
Se regula para que el padre tenga que ir a la cárcel por dar un cachete a tiempo al tierno infante de 12 años, que, un poner, es pillado mirando los pectorales recauchutados de una guapa que dice "miamolll" y no hay político sensato que se plante e imponga unos principios básicos e inamovibles de obligado cumplimiento para todas las parcialidades por evidentes y necesarios. Confundir educación con instrucción es nefasta inclinación de imposible desarraigo y así los curas y monjas de hogaño sancionan a toda la clase sin recreo no se sabe si para educar, instruir o castigar. Los guarros, los rijosos, los pederastas..., que los hay y no todos son curas, se frotan las manos y con sus claves de acceso abrirán páginas rodeados de tiernos "infantes e infantas" como los padres, hermanos o cualquier hombre o mujer que entre a comprar en el súper sacan el ron negrita o el vodka Smirnof para el botellón porque las criaturas ¡qué van a hacer! con lo que cuestan los cubatas en las discotecas.
Esperemos que con los delitos sexuales no pase como con las borracheras adolescentes.