lunes, 8 de enero de 2024

Ganar en el campo



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El comentario más inteligente al folio judicial sobre la Superliga lo ha hecho un progre alemán que en invierno entrena al Liverpool y que en verano devora “raons” en Es Cubells, Ibiza, Jürgen Klopp:


Estoy de acuerdo con el comunicado de mi club, pero, de todos modos, me gusta el veredicto de los jueces. Me gusta que entendamos un poco que la gente de la Fifa, de la Uefa y otras federaciones no pueden simplemente hacer lo que quieran.


Klopp no ha estado inteligente por ser alemán: la historia ofrece un montón de ejemplos de que se puede ser alemán y Simplicíssimus al mismo tiempo. Sin ir más lejos, Rumenigge, que, en efecto, no es Jünger, y antes de que hablaran los jueces ya hablaba él falto de estilo y lógica:


En seguida vi que la Superliga sólo era un invento de los españoles para dañar a la Premier, que recauda más porque es mejor. Adiós a un Bayern-Bielefeld


El país que bajo la dirección de otro Rumenigge de la vida, Olaf Scholz, el canciller con cara de cascabel pisado, se ha dejado volar el Nord Stream tan contento, no puede permitirse la pérdida de un Bayern-Bielefeld cuya expectación pone al planeta boca abajo ante los televisores, como acreditan las peñas del Bayern y del Bielefeldl que siguen a sus equipos en sus playas de la isla de Cebú.


La Premier recauda más porque es mejor: he ahí la mano invisible del mercado, que entrena con cascabeles, como la de los carteristas, reservando el fair-play financiero para los pobres, que con esa chuche se sienten como si fueran el Real Madrid.


Con esta lógica alemana, el Real Madrid nunca será el mejor, pues no pertenece a la Premier, donde, en cambio, un Burnley o un Luton Town son mejores que el Real Madrid, como se refleja en los pinchazos de TV que obtienen en la China del señor Xi, cuyos yuanes van a parar a la Premier… “porque es mejor”. Y es mejor porque, según el pensar de Rumenigge, hace ricos a los pobres llegándoles, no a los bolsillos, que en la Premier, como en todas partes, bolsillos sólo tienen los ricos, sino al corazón. Es la demagogia de las emociones con que un gafapasta que trabaja para el Sistema y el Relato en el tinglado español pretendía desacreditar públicamente al llamado Ceo de la Superliga, que viene a remover ese Antiguo Régimen de Fifas y Uefas con sus floreros, en cuyas míticas aguas abrevaban los directivos de García en la hora cero.


En el fútbol, igual que en la política, Alemania es de la opinión de que la mano invisible del mercado es una cosa de ingleses y para ingleses (donde los chavales, por cierto, cada día pasan más del fútbol), con lo cual los demás, y principalmente el Real Madrid, debe recibir lo que en Suiza decidan, no el mercado, sino los Rumenigge o los Marín de turno en la corte de Ceferino. En el campo del Atleti, y contra el Sevilla, la Liga respondió al auto de la Superliga, a cuyo ceo ya había situado en un “after”, con un eslogan, “Gánatelo en el campo”, que a ver.


¡Quiero veros correr como cerdos!


Palabras, al parecer, de Xavi en el descanso de su partido con el Almería, y las dirigía a sus jugadores. Correr, corren los galgos, pues lo de los cerdos es el célebre “trote cochinero” que García (¡siempre García!) atribuía a algunos trencillas de la época. También dicen que, al decirlo, Xavi miraba al polaco Lewandowski, que tiene una edad para cuidarse, aunque Xavi tenga para él otros planes, explícitos en la frase “¡A ver si empiezas a correr de una puñetera vez!”


Verlos correr es la ilusión que nos trae la Superliga. Ver correr, y como galgos, no a los futbolistas de Xavi, que allá él, sino a esos personajes de un sistema defendido con uñas y dientes por todos sus muertos vivientes. Un sistema que, como la España oficial de Ortega, consiste en “una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos Ministerios de alucinación”.


Para que puedan vivir tranquilamente estas estructuras convencionales –explicaba Ortega–, es forzoso que todo lo que haya en torno de ellas se vuelva convención: en el momento en que introduzcáis un germen de vida, la convención explota.


Sólo si la Superliga fuera germen de vida (comercial, para empezar), la convención se iría a hacer gárgaras. El tiempo lo dirá. De momento, algo lleva dentro, pues desde el fenómeno Mourinho no se veía por parte de los reaccionarios un despliegue de medios tan grande contra una simple idea.


Dicho lo cual, esperaremos al futuro en los brazos de Ancelotti, que tiene dos años más por delante para poner en “ordem e progresso” a la muchachada brasileña del Real Madrid.



KROOS, DOBLE O NADA

Alemania vive tan decadentes tiempos futboleros que hasta Lineker hubo de rectificar su célebre chascarrillo según el cual el fútbol es (era) un deporte que inventaron los ingleses, juegan once contra once y siempre gana Alemania, que ya no gana nunca, y tienta a Kroos para que vuelva a la Selección para la Eurocopa, idea que el jugador madridista se está pensando. En la alta competición, Kroos ha dejado, por edad, tres gatillazos sonoros en el último año (City, Atleti y Barcelona), y un ex alemán con cara de ogro, Effenberg, que se ve que lo quiere bien, y le previene de una mala actuación “que arruinaría un poco su historia en el fútbol alemán”. Así que doble o nada para Kroos.