Francisco Javier Gómez Izquierdo
La Justicia y sus plazos ha hecho coincidir dos puestas en libertad con las que un verdadero amante del derecho tiene la oportunidad de elaborar una tesis doctoral de no te menees. Tienen los Gobiernos de España la insana costumbre de sacralizar su política penitenciaria atendiendo a la teoría expuesta en una Ley orgánica y su Reglamento donde se habla de reeducación y reinserción social, pero en situaciones como la de Urrusolo Sistiaga y Arnaldo Otegui, ¿de qué sirve la teoría?
En el caso del primero, su palabra es bastante. Técnicamente Urrusolo hace años que ni es terrorista, ni es de Eta. Que ya no es de Eta todo el mundo lo da por cierto, pues si los etarras aseguran que lo han echado y él dice que se ha ido no es cosa de dar vueltas al asunto, pero ¡ay! ¿por qué se fue Urrusolo de Eta?
Me dice mi compadre el carcelero que Urrusolo no se arrepintió de sus asesinatos. “Urrusolo se arrepintió de estar a las órdenes de un 'gilipollas' y de 'un hijo de p...', pero ni renegó de las pistolas ni cambió de enemigo. Urrusolo no nació para obedecer, y con una mirada que corta como cuchillo y una educación y saber estar impropios entre el resto de los pachis, era respetado y tenido en prisión como jefe incluso cuando ya estaba fuera de la banda. Es cierto que el asesinato de Miguel Ángel Blanco descolocó a muchos etarras presos. Puede que a Urrusolo entre ellos. No creo que Córdoba haya de servir de referencia estadística, pero a los dos días de aquel julio maldito C. A., un recluso de Eta y de Lasarte, que llevaba tatuajes en época que aún no eran moda, salió en los telediarios renegando de la organización. “El Calcamunias” le apodaron desde entonces sus antiguos colegas, dos de los cuales, G. O. y U. S., se suicidarían ya en sus casas mordidos por angustias inconfesables.”
Con los años, aquí, en Córdoba, Urrusolo se hizo novio de Carmen Guisasola, otra histórica que enseñaba peluquería con tintes de muchos colores a las presas andaluzas, y empezó a humanizar la mirada hasta hacerse agradable en el trato. “Lo que usted vea”, “Usted dirá”, “Bien, bien, señor funcionario”.
En las cárceles se han creado los Módulos de respeto, que es como si no estuvieras en la cárcel. En esos módulos suelen garantizarse los beneficios penitenciarios siempre que se cumplan unas normas que en ningún caso son tan rigurosas como las que teníamos que acatar los que hicimos la mili. Limpieza, aseo personal, cuidado y orden de los enseres y actividades tales como manualidades, lectura, deportes, y si estás apuntado a terapia, tu hora o dos horas de terapia. El truco de estos módulos está en tenerte todo el día ocupado en no hacer nada. En realidad, una técnica ya utilizada por los etarras a los que sus instructores vestidos de abogados programaban meticulosamente la vida diaria para evitarles la perniciosa manía de pensar.
Urrusolo, que de tonto no tiene un pelo, no le importó que le acusaran de colaborador y liquidacionista, y se ofreció o le ofrecieron ser uno de los coordinadores de los Módulos de respeto. Seguro que mejor no lo ha habido, porque es un tío que impone y hasta se habrá sentido reconfortado si ha conseguido apartar a algún pastillero del vicio... pero a Urrusolo no se le ha de juzgar por lo que no va a hacer, que casi con toda seguridad no hará, si no por lo que ha hecho. Dieciséis asesinatos son muchos asesinatos para que un equipo de tratamiento diga al Juez de Vigilancia que “..el interno manifiesta una actitud correcta, fluida y continua con sus compañeros -el resto de presos- y el equipo de tratamiento”. En la estadística penitenciaria un reeducado más.
Los equipos de tratamiento no exigen a Urrusolo ni a ningún otro terrorista la terapia que es preceptiva para que salga de permiso un marido, un poner, que en un mal día insultó a su señora y le cayeron nueve meses de prisión. “..conforme al informe del equipo técnico, el interno no acude a terapia de habilidades sociales..”, escribe el juez en el auto de denegación de permiso.
¿Y Otegui, otro que tampoco es etarra.? Sólo vasco, nacionalista e independentista. Méritos suficientes pero de menor categoría que el haber estado preso. Otegui, a diferencia de Urrusolo, siempre ha sido simpático en prisión con los funcionarios, pero no se ha apeado nunca de su burra y ha argumentado con chascarrillos los intentos del educador por que haga por barrer el patio o fregar los tigres. “No me queráis hacer comulgar con el sistema, coño...” “...no me pidáis cosa que sabéis que no pueden ser...”
Otegui es antes que Iglesias, por ejemplo, en el dominio y empleo de la charlatanería. La ventaja de Otegui con respecto a Iglesias es que le tienen preparada una muchedumbre educada en una FEN con un manual que él mismo ha redactado casi por completo. El estilo y el espíritu es cerril y obtuso, pero como no hay palabra que mejor suene que la que se quiere oír, Otegui va para político emergente. De esos a los que no importa pactar con el diablo.
Para mí, que la salida en libertad de los dos “ex-terroristas” -ya el terrorismo es machista- pone en evidencia a una sociedad que adolece de una alarmante falta de conciencia, incluso en detalles que pudiéramos llamar primitivos como despreciar a un arrepentido de sus crímenes, aunque lo sea hipócritamente, y venerar con admiración a quien vuelve con ganas de hacer todo el daño posible.
Marzo, 2016