DOMINGO, 22 DE SEPTIEMBRE
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía:
-El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará.
Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó:
-¿De qué discutíais por el camino?
Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
-Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquél que me ha enviado.
Marcos 9, 30-37