Julián Calero
Carlos Álvarez e Iván Romero, exsevillistas
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El desmán federativo contra el Burgos el 31 de julio del 2002 lo tengo referido en Salmonetes... varias veces y seguro que volveré a hacerlo por ser herida profunda que revive cuando uno ve la permisividad con según qué clubes. El 1 de agosto de aquel 2002 el Levante ocupó la plaza del Burgos en Segunda División porque el presidente Quintano no puso 30.000 euros (cinco millones de pesetas) para convertir a "mi" equipo en S.A. Los 30.000 euros los hubieran puesto empresas e incluso particulares, pero ¡a saber el mamoneo de Quintano con los directivos de entonces del Levante! El caso es que el Burgos descendió por imperiosa orden federativa y Quintano mudó de domicilio yéndose a vivir a Bilbao, creo. Desde entonces no he mirado al Levante como se debe, y cuando lo veía jugar, si perdía, bien, y si ganaba... pues a aguantarse. Con la edad salen achaques al cuerpo, pero uno va desbrozando anímicas impurezas y ya no se me revuelven las tripas cuando me entero de que este Levante tiene una deuda de ¡¡¡cien millones de euros!!!... y ahí está tan campante, sin miedo a la Federación. Eso sí, haciendo virguerías para adecuar el límite salarial ése que es imposible que una persona normal entienda el engranaje que regula su funcionamiento.
Si yo mandara en un club de Segunda ficharía de entrenador a Pacheta o a Julián Calero por lo que comprenderán que no pueda dejar de estar pendiente de este hombre allá donde vaya. Lo ha fichado, ¡vaya por Dios! el Levante y si ante el Spórting, primera jornada, me asomé al partido por observar la organización defensiva del míster, en las otras tres jornadas es un mozo menudo, flaco y zurdo el que me llama poderosamente a los balcones del Levante por parecerme -incorregible agorero servidor- el futbolista que más va a dar que hablar en la Categoría. Se llama Carlos Álvarez, es sevillano y a pesar de abultar como el Luismi aquél que hogaño juega para el Tenerife, este Carlos tiene un talento y una clase que recuerda, dicho sea con el respeto debido, al Modric que trajo Mourinho. Varios de los goles que ha marcado el Levante vienen de un pase, el mismo pase, que sólo ve él y que creo le ha perfeccionado Calero poniendo veloces delanteros que acudan al espacio donde Carlitos manda cheques al portador: Morales, 37 años pero aún con un sprint ganador, Brugui, con milicias en el Mirandés que empieza a tener cosas de exquisito, e Iván Romero, como Carlos, salido de la cantera sevillista y que corre por todos los puestos de arriba. A Carlos Álvarez, melenita setentera que se mueve al ritmo de sus rápidos aunque cortos pasos le guardan las espaldas Oriol Rey, un tío calvo que se ha sacado el título de medio centro con calificación de notable tras completar dos años excepcionales en Miranda (¡Es sorprendente por prolija la cantidad de peloteros curtidos en el Mirandés!), y Kochorasvhili, Kocho, el moñudo georgiano que es mucho más jugador de lo que aparenta; en el parón por selecciones ha marcado ante Chequia y un golazo, el del triunfo ante Albania, en trallazo de fuera del área que se embelleció tras dar en el poste. Dicen que se lo quiere llevar ¡¡el Valencia nada menos!!
Andrés Fernández, 38 años, es el portero que todos ustedes conocen. Veterano... y aseado para la categoría. El otro portero se llama Pastor y es cordobés de Bujalance pero salido de la cantera del Sevilla. Calero convenció a Elguezábal, capitán en su Burgos y el mío, y lo puso de jefe de la defensa junto a Iborra, un sentimental que quiere acabar su carrera en Orriols. ¡Vaya par! Los canteranos Andrés García y Cabello actúan de laterales, alternando con Diego Pampín, ex del Andorra, y Dela, catador de las canteras de Real Madrid y Villarreal. Este Dela quitó el balón a Carlos Álvarez en una falta para sacarla él. Mal por supuesto el lanzamiento y peor la interpretación de la jerarquía, aunque es cierto que el año pasado coló cinco goles.
Está un poco descolocado el repaso a la plantilla, pero lo que quiero decir es que no hay dinero pero sí equipo y sobre todo entrenador para pelear el ascenso. Es emocionante cómo recibieron los cartageneros el otro día a Julián Calero, el entrenador que salvó al equipo totalmente desahuciado la temporada pasada y que la directiva no renovó. El mismo recibimiento va a tener seguro en Burgos. Entrenador sin pamplinas, sabe de lo que dispone y todo su empeño es sacar el mayor rendimiento posible a cualquier tipo de jugador partiendo de un imprescindible orden defensivo. Cuando dé con la tecla atrás, que creo aún no conseguido, va a ser muy difícil ganar al Levante. "Sé comer jabugo y mortadela" contestó a los que le tachan de defensivo.
Por cierto, un mozo de 16 años aún, Víctor Fernández, hijo de Víctor Fernández aquel menudo extremo de Villarreal y Valladolid, se ha ido precisamente de Pucela al Levante. He oído maravillas del muchacho. Al parecer, Felipe Miñambres, el que ficha en el Levante, ha aprovechado una falta de entendimiento entre el joven y la directiva vallisoletana y se ha llevado otro diamante como el que tiene por nombre Carlos Álvarez dejado escapar por un Sevilla CF ya sin Monchi.