ALASKA
Abc Cultural
Dicen que “Lagartijo” ha inspirado, primero, a Barceló, el adefesio de cartel taurino de Sevilla, y luego, a Alaska, ese desnudo antitaurino y banderilleado por la Atapuerca que España lleva dentro. “Lagartijo” no es el califa cordobés, sino el toro adolfillo “indultado” por José Tomás en Madrid el 1 de Junio de 2001.
“Lagartijo” vaga por el astral de Las Ventas del Espíritu Santo y se aparece en estantigua a los miembros y “miembras” de la secta tomasera. Sería como el árbol de las manitas que el Indio Fernández regaba en su jardín, un árbol que daba manitas humanas en lugar de flores. Las vecinas del Indio, que ya había conseguido imponer, a tiro limpio, el nombre de Dulce Olivia (Olivia de Havilland) a su calle en Coyoacán, amenazaban con él a sus hijos: “O se duermen o va a venir el árbol vagabundo del Indio y con sus manitas los va a estrangular.”
Pues eso. Que mañana, o piden ustedes un rabo y fingen un orgasmo “emo” con el “Emo” del toreo, o viene “Lagartijo” y con sus cornitos en el culete los va a pinchar. Dos cosas fallan al desnudo de Alaska: una, que no se puede banderillear sin picar, y el reglamento antiguo exigía tres puyazos; y la otra, que las vacas –las hembras, para entendernos– no son objeto de banderillas. Explica Alaska que nadie tiene derecho a ser cruel con los demás, pero esa regla de tres es tan arbitraria que podría ser empleada para pedirle a ella que no volviera a cantar, algo tan absurdo como pedirle a José Tomás que no volviera a torear. (Todo indica, por cierto, que José Tomás se retirará pronto, aunque dando de qué hablar: renegando de la fiesta y roneando contra su crueldad.) Los toros, querida Alaska, son un espectáculo moralmente indefendible, pero estéticamente inatacable. Mas tu antitaurinismo vegetariano tiene un desafío amable: catalogar estética y moralmente la ralea de un caballo de Diego Ventura, “Morante”, que en el ruedo muerde a los toros. La explicación veterinaria es que “Morante” debió de criarse entre vacas, y que éstas lo achucharon tanto que aprendió a defenderse con los dientes. ¿Qué hubiera sido de Cortés si, en vez de al “Romo”, que era castaño oscuro, hubiera montado sobre “Morante” ante los ojos admirados de Moctezuma?
–Mire usted –le dijo Foxá a una rubia en la plaza de Méjico– a ese pobre jaco. Esa caricatura de caballo fue aquí, hace cuatro siglos, nada menos que un dios. Su decadencia se debe a haber sido, como usted, vegetariano.