Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Los aficionados al fútbol hablan del centrocampista Julio Baptista como los mecenas renacentistas hablaban del Papa Julio II. En manos de un poeta, Julio es nombre de mes cesáreo, fecundo de trigos y de espadas...
–...y huele a paneras y a campos de batalla.
Pero ha sido en diciembre, y en la noche del solsticio de invierno, mientras los salvajes de otros mundos lanzaban al cielo sus flechas incendiarias para ayudar a que no se apagara la luz del Sol, cuando Baptista se ha convertido en estrella con su fútbol de pesca de arrastre y con sus goles de cetáceo prodigioso, que le han valido el sobrenombre de la Bestia.
Los goles de Baptista, al contrario que los de Pelé, entran. Y lo hacen, generalmente, por la escuadra. De repente, la Bestia se infla como una “zodiac”, arranca como un búfalo, barre todo el fondo marino –esta imagen, ¡ay!, condena a los cronistas deportivos a adornar sus crónicas con la frase de que por donde pasa Baptista no vuelve a crecer la hierba– y aparece en el Camp Nou para meterle un gol “internacional” al Barcelona.
–Es que “nosaltres” somos una “nasió”, ¿sabe “ustet”?
Barcelona es una “nasió”, y el Barça, un puñado de multimillonarios bajitos jugando a una cosa cada vez más pasada de fecha en el fútbol que es el juego al hueco. Un alemán, Helmut Schümann, escribió una vez un libro, “El esférico debe entrar en el cuadrilátero”, dado a conocer por Ricardo Bada, que sostiene la relación formal entre la política y el fútbol. Según eso, los pases largos de Netzer significarían la “Ospolitik” de Willy Brant. Y así. ¿Qué significan los pases cortos del “centrocuentismo” culé? El propio Bada, comentando “El Sohez” de don Delfín Carbonell Basset, nos avisa, para el acaso, del significado homosexual de “hueco” para los andaluces. En ese contexto, Bada recuerda, como bien seguramente recordará el Muy Honorable Montilla, que allá por el primer franquismo había un himno falangista que decía: “Cubre tu pecho de azul español, / que hay un hueco en mi escuadra / con cinco flechas en el corazón, / que se llama la Patria.” Y que hubo que dejar de cantarlo en Andalucía, porque la gente, al llegar al segundo verso, se partía.
Pensando en estas cosas mataba uno el solsticio cuando Baptista, con su gol, nos despertó y vimos que todavía éramos madridistas.