lunes, 9 de septiembre de 2024

Los dos objetivos del Madrid


Gianluigi Buffon


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Fue la broma ingeniosa de Buffon, en el sorteo de la nueva Champions (un carajal de algoritmos como pasados por speed, la “droja” de lo pobres) con la que el uefo Ceferino pretende hacer sombra a la Superliga de Flóper:


El primer objetivo es que no gane el Real Madrid.


El primer objetivo, pues, del Real Madrid es ganar la Decimoexta en la Liga europea, y el segundo, entrar a puestos de Champions en la Liga española, con sus paletos lombrosianos y sus maras mediáticas, que marcan al hombre y que ahora la tienen tomada… ¡con Tchouaméni!, que en las cinco grandes Ligas lidera los datos con que brillaba Toni Kroos. Lloran por Kroos cuando el Madrid lo que necesita es un Laudrup (lo tiene en Guler) que asista a Bellingham y a Mbappé, dos portentos que se pasan los partidos tirando demarques que nadie ve, pues los pasadores juegan mirando al balón, como los chavales cuando aprenden a andar en bicicleta, que pedalean mirando a la rueda.


¡Qué pena, Kroos! ¡Qué grande, Modric!


He aquí el bucle del antimadridismo mediático.


La hora de Modric en La Palmas fue dantesca, pero los comentaristas echaron la noche cantando la gestas del cuarentón croata, con ovación del público incluida, como se hacía con los toreros pesados que no se acababan de retirar nunca y echaban sus últimas temporadas, siempre anunciadas como la última, pasando la gorra por los pueblos. En alta competición, no es serio salir al campo con un centrocampista de cuarenta años, porque enfrente hasta el último palurdo te saca del terreno a machetazos de músculo. Pero Ancelotti es de los de respetar las jerarquías, cuando todo el mundo sabe que lo que falla en la cultura occidental son eso, las jerarquías, sean civiles, militares o eclesiásticas. Así que, si todo en este Madrid es previsible para el espectador, ¿cómo no lo va a ser para el entrenador de enfrente?


Este Madrid anda menos que un bote a patadas. Puede permitírselo porque viene de ganar mucho, pero se busca el porqué de un juego que va de mal en peor, como se tituló en España “The John Larroquette Show”, la serie de TV más cruel que uno haya visto (de los 90, por supuesto).


En cuarenta años nunca ha pasado que un jugador levante la mano y diga estoy cansado –dijo Ancelotti el día del Valladolid.


En cuarenta años nunca ha pasado poner a jugar al fútbol contra atletas a un señor de cuarenta años, así que no me pierdan el tiempo culpando a las meigas, aunque haberlas, haylas, que Pacheta dice que lo despidieron del Cartagena por consejo de una pitonisa.


Para justificar el no-juego de este Madrid algunos se agarran al no-músculo que se ha lesionado Bellingham (los periódicos deportivos han explicado que, según sus estimaciones, un diez por ciento de la población carece del musculo plantar que ha dejado fuera de concurso al futbolista inglés). En el muermo de los partidos interprovinciales de la Liga española imagino a Bellingham buscando su músculo plantar perdido como buscaba Cary Grant en “La fiera de mi niña” la clavícula intercostal que le faltaba para completar su dinosaurio.


¿Y si el Madrid de Ancelotti tuviera tocado un músculo tan raro que sólo lo tuviera el Madrid de Ancelotti? No es imposible. Pero el equipo lleva jugando raro mucho tiempo, y con Kroos. (¡Y sin las extensiones camavingueras de Vinicius!). Varias eliminatorias de la Decimoquinta se pasaron con partidos infumables, pero los goles llevaban la conversación a otra discusión. Lo de echar el primer tiempo a perder (Mallorca, Valladolid, Las Palmas) ocurrió en las finales de Londres y de Varsovia. Y la presencia de Mbappé sólo ha servido para embrollarlo más todo. No por el fichaje (Zidane se pegó seis meses como alma en pena porque Del Bosque, que había pedido a Manuel Pablo, no daba con la tecla zidanesca en el equipo de los galácticos. Hoy el equipo se sostiene físicamente en Valverde y en Aureliano, gran detector de tontos, por cierto, quizás porque dedica más tiempo al piano que a los benitos, todos con la boca ocupada soplando la flauta de Lukita.


¡Qué pena, Kroos! ¡Qué grande, Modric!


Es la gota china sobre el CI, ya de por sí menudín, del pipero común, que es el que luego da la murga en el estadio, donde el debate continúa siendo el sistema, y dentro del sistema, Rodrygo, con el que ha ocurrido aquello que Tom Wolfe observó en el Nuevo Periodismo, cuando los directores hacías columnistas a los reporteros que sabían escribir, con lo cual, decía, se pierde un buen reportero y se gana un mal columnista. En el baile de sistemas que se trae Ancelotti para cumplir con las jerarquías, con Rodrygo se pierde un buen delantero para ganar un mal centrocampista. Este equipo ganará, pues tiene futbolistas extraordinarios, pero ganará en la Liga europea, reservando la Liga española para emplearse en la pretemporada que no ha tenido y en la preparación de lo importante. Y si a Modric le faltan cotizaciones a la Seguridad Social para la pensión, que el club se las aporte, pero sin jugar, que duele como ver al venerable Carlos Escolar Frascuelo lidiando cinqueños imposibles en Las Ventas.


[Sábado, 31 de Agosto]