domingo, 19 de febrero de 2017

Suna a las veinte




"¡A beber! ¡A beber!", son las primeras voces de Gargantúa al salir del vientre de su madre: sed de justicia (nada más justo para un monstruo que pegarle al vino), la de Gargantúa. Pero la sed de Suna -peligrando como Narciso en la fuente- era una sed de santidad: un lametón de gratitud al agua por haberla bañado. Una santidad cósmica: -Del arroyo, del manantial, bebe el pequeño conejo y el gran onagro, y cada uno sacia su sed -dijo una vez san Agustín. Suna, al beber, santificaba el mundo.