domingo, 5 de febrero de 2017

El español del momento



Hughes
Abc

Esta foto en Twitter (el pez-vaca) me ha alegrado la tarde. Llega justo después del Congreso de Ciudadanos, como uno de sus primeros efectos desconcertantes. Parecía que más que decidir estaban buscando su ideología, pero al final llegó la definición. Ciudadanos es un partido de centro liberal progresista. Lo primero que maravilla es la renuncia a la socialdemocracia. Justo ahora, cuando parece que la van a abandonar como a una anciana en la residencia de la Historia (incluso en la gasolinera de la Historia), los de Ciudadanos se apresuran a negarla. Recordemos que hace poco amenazaban con importar soluciones nórdicas. Esto es divertido, si pensamos que justo ahora Rajoy estaba guiando hacia ella a su Pueblo, cual Moisés cachazudo. Es muy posible, y sería precioso, que la derecha española quedara como su último bastión teórico-tertuliano. En esta puñalada a la Socialdemocracia, Ciudadanos ha demostrado un oportunismo excepcional. Como en el PSOE no hay nadie, el PP es ahora mismo el único partido socialdemócrata de España.

Pero lo mejor ha sido la ocupación del centro. La definición es perfecta: somos de centro, pero un centro que es liberal (paso a la derecha), y que también es progresista (paso a la izquierda). El resultado de los dos pasos es volver a estar en el mismo sitio. Es como el rebrinco ese de Chiquito. Jarl. Esos dos añadidos a su centrismo son como una meadita, una marcación territorial.

Porque Rivera está desarrollando una poética del centro. El Zentro, diría yo. Rivera habló incluso de “los atributos del centro”. Y es verdad que hay cierta voluptuosidad en Ciudadanos. Ya no es el centro suarista, enteco, un poco amojamado y como de perfil. Esto es un centro exuberante, verboso y lleno de formas. Un centro acogedor, desarrollado y con mofletes. Donde vivir. Es un neosuarismo, claro, y por tanto “nuevapolítica”, pero tampoco renuncia al “reformismo” aznarista, por ejemplo. O sea, que también quiere su poquito de los años 90.

El PSOE siempre decía que eran ellos los que más se parecían a España. Pues Ciudadanos es el partido que más se parece al español. Ciudadanos retrata a un tipo de español y además a un nuevo tipo de español: el que lo quiere todo. Los años 70, los 80, los 90 reformistas, Cádiz y el cambio de milenio; ser la bisagra de todos los consensos. El ajilimoje de muchos platos.

Ciudadanos viene con el consenso hecho.

Digo completamente en serio que Ciudadanos, definiéndose, ha definido al español del momento. Es decir, ha definido al español y su ideología. Ese liberalismo de aluvión, del “algo tenemos que ser”, ese liberalismo coquetón, un poco chic y que no sabe muy bien dónde meterse. Aproximativo, GPS. Liberal de día, progresista de noche; social, pero no socialista. Todo mediano, moderado, pero eh, tú, ni facha ni flauta. Aseadito, moderno, urbano. Sí. Coger una ideología hasta que empieza a ser antipática.

Yo le doy las gracias a Ciudadanos. Ha retratado a un tipo de español contante y sonante: el liberal centroprogresista. Y precisando para la coyuntura internacional (y hasta que cambie): el euroliberalcentroprogresista (gracias, vetonia)

Gracias.

Y uno mira con nostalgia ciertas cosas. Esa figura del “cambio de chaqueta”, por ejemplo, tan de la Transición, tan nuestra y que queda ya como una especie de danza folclórica, o como uno de esos oficios artesanales que los antropólogos registran para que no se pierdan. Algo inncesario. Porque Ciudadanos incorpora ahora ese mecanismo en una especie como de reversibilidad que lo convierte en el vehículo perfecto para los españoles. C’s ofrece un neopreno anfibio y se convierte en un vehículo ideológico perfecto para el futuro. Una especie de transiberiano de las ideas. Un paquebote polisémico.

No es ajeno a esta naturaleza “trans” que tenga como ídolos o referencias intelectuales a personas que fueron de izquierdas y que llegaron a la derecha un poco como Ulises arribando titánicamente a Murcia.