Hughes
Abc
Aprovechando que no hay fútbol este fin de semana me decido a abrir un libro y encuentro (sin merecérmelo, la verdad) noticia de un escrito del siglo XVII realizado sobre la pared de una Casa Ayuntamiento. Ojo al grafitti, que se las trae: “Oh qué mucho lo de allá; oh qué poco lo de acá”. Pienso en la guasa de verlo escrito ahora sobre una portada municipal, pero lo que me interesa es lo que explica Américo Castro, y que es un tópico del carácter español presente en esa frase. Esta dualidad nuestra entre la gesta, la aventura, lo místico y el retraimiento, la retirada del mundo. El apartamiento como una forma de salvación íntima.
Es decir: ¿Qué formas modernas adopta el desengaño español? Sin duda, la picaresca es una. Pero dónde encontramos ahora el apartamiento español, el actual “miré los muros de la patria mía”, el lamento de estar en esta pobre hora de la vida española… Recuerdo la película de Chávarri, la de Los Panero, pero eso era un desengaño publicitado y truculento. ¿Dónde el desengaño español?
¿Dónde ese heroísmo hacia dentro, introspectivo, orgulloso?
El desarrollo del tópico nos llevaría a preguntarnos si el español sabría “construirse” un destino, autonomizar su destino y vivir una vida menos barroquizante, sin Imperios, ni Dorados, ni Utopías. Ni alta vida espero, ni el me escondo del mundo.
Pero a mí lo que me apetece leyendo eso es preguntarme (deseando pronta o larga respuesta), los lugares de nuestra vida en los que se manifiesta el desengaño español, ese envés del carácter.
No vale, eso sí, saltar como el cantarín concursante de “Un, dos, tres” y decir: La desafección, la casta…
(Frente al progresismo rampante y filosofado, el desengaño sería una forma resistente, pasiva, intrahistórica, de una actitud previa, más propiamente “de derechas”, más racialmente española. Estas palabras, ya lo sé, suenan casi excomulgatorias en nuestros días…)