Jorge Bustos
La mayor contribución del libro es, a nuestro juicio, la condena implícita que cae sobre el periodismo deportivo como instancia conservadora del prejuicio y el mito, el tópico y la intolerancia, la pereza de pensar y la rendición comodona al público bovino y consumista. La «deportización de los medios» –la exhibición de fútbol jugado y fútbol debatido (e incluso fútbol aullado) en la tele y por Internet las veinticuatro horas del días los trescientos sesenta y cinco días del año– está contribuyendo a afianzar el más rancio telón de tópicos que sustentan las mitologías identitarias en liza en España. La globalización no ha diluido –como se esperaba– las identidades nacionales, sino que precisamente las ha exacerbado por reacción, por el miedo humanísimo a perder las tradiciones terruñeras en el magma caótico de la sociedad de la información. Un Mundial es precisamente la apoteosis de los nacionalismos más poderosos del planeta. E, inevitablemente, los locutores volverán a explicar su juego como el fruto natural de idiosincrasias atávicas, mientras los jugadores charlan secretamente en los vestuarios sobre esa oferta mareante por la que están a punto de vender gustosamente sus colores. Pero así es el fútbol, así es el hombre y así son las naciones: una superestructura de creencias tratando de readaptarse al pragmatismo de la vida.
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