sábado, 14 de junio de 2014

España, 1; Holanda, 5

Casa de Jorge Amado

Hughes
Abc

Vaya comienzo. España demostró ausencia de ritmo e ideas y Holanda que Van Gaal es un genio táctico y que el efecto Ipanema le vale a los de Van Persie. Pueden ser otra Dinamarca.
 
Del Bosque optó por el nueve puro con Diego Costa, presionado por un público que no le va a dejar de abuchear a lo largo del Mundial. Suyo fue en parte el mérito en el primer gol, pero salvo eso, poca aportación. España no estuvo donde quiso, es decir, íntegramente en campo contrario hasta el minuto veinte.

La salida de Holanda sorprendió. No por su estructura, que es sumamente simple (De Guzmán y De Jong y adelante el triángulo Sneijder, Robben, Van Persie), sino por la altura y acierto de su presión. Ciertamente, si alguien sabe por dónde hincarle el diente a esta forma española de jugar es Van Gaal. No conseguía España hacerle llegar el balón a Iniesta, y Silva y Xavi bajaban hasta posiciones defensivas a buscar la pelota. La grandeza de Xavi la explica que anduviera en esos minutos asistiendo en la salida del balón y que suyo fuera el último pase que dejó a Diego Costa ante el portero, tras tuya-mía fabuloso de Iniesta y Silva. El gol de penalti de Alonso trajo un periodo de mayor control de España. Subieron las líneas y comenzó un entretejer, que no sabía uno si era divertido o adormecedor. España tenía más la pelota y ya llegaba a tres cuartos, vencida la presión holandesa. Pero en esos primeros minutos en los que el juego de España no terminaba de arrancar nos pudimos preguntar si España tiene una opción B. Alrededor del minuto 41 hubo otra conexión fantástica entre Iniesta y Silva que terminó en vaselina detenida.

Los laterales españoles, pese al desastre, no estuvieron mal del todo. Aportan dinamismo a un equipo de paso cansado. Justo cuando acababa la primera mitad llegó el gol holandés. No puede decirse que no hiciera justicia. Balón largo desde la banda izquierda, Van Persie se libra de Ramos y conecta un cabezazo asombroso. Se lanzó con un salto de Higuita y acabó en plancha, besando el suelo y sorprendido de su propio gol. Otro balón de cabeza que Casillas contempla entrar embelesado. En este caso, sin embargo, todo se produjo lejos del área pequeña y la responsabilidad (¡a alguien hay que imputársela!) recaería en el central.

Esta Holanda de Van Gaal es un equipo muy simple, de los que gusta ver. Los buenos tienen libertad y espacio, los otros corren y presionan con acierto y además hay aseo en el trato a la pelota.

En la segunda parte empezó a caer la fina lluvia de Salvador. Se nublaba el panorama. Volvía Holanda a salir arriba, orgullosa tácticamente. No era propiamente un equipo de contragolpe, simplismo con el que despachamos casi todo, sino un ejemplo de fútbol concreto, rápido. Algo modesto, porque atacan tres (ya no es fútbol total), pero efectivo y, desde luego, claro de ideas. Holanda nunca se dejó achicar en su campo. Buscó al rival arriba y luego supo jugar con los espacios que tan legítimamente se había procurado. Sin salida fácil España y coja de bandas, llegó el estupendo gol de Robben, al que pudimos ver ayer en una zona del campo más amplia, con una libertad mucho mayor. Acostumbrados a su perfil breve de extremo, qué cosas no puede hacer con espacios en este Mundial. Su regate dejó a Ramos buscándose el talle. Cómo es el fútbol. Hace unas semanas subido a monumentos y ayer impotente ante los delanteros
 holandeses.

A partir de ahí, un ataque pasmado de España y contras rápidas de Holanda. Van Persie tuvo un palo. Del Bosque certificó la incapacidad en corto de Costa sacando a Torres y salió Pedro, que tiene algo que se antoja imprescindible. Los hay mejores, pero él aporta movilidad y capacidad para pisar la banda. (¿No resulta imposible imaginar el cruyffismo, origen de todo, sin extremos?). España no consiguió generar fútbol y para colmo llegó el gol de Holanda. Balón parado al dichoso palo largo, contemplación de Casillas y pasividad de Azpilicueta ante la entrada de De Vrij. No se pudo defender peor. La blandura del ataque contagiada a la defensa.
 
Luego vino la tragedia de Casillas y la encarnizada revancha de Robben (regateaba con música de Benny Hill), algo sobre lo que sólo cabe un condolido y respetuoso velo de silencio.