domingo, 15 de junio de 2014

El discurso majo




Hughes

Asisto a la rueda de prensa. Hay una categoría que a la FIFA le es muy grata, la del observer. A poco que te descuides te la colocan. «Observaba» yo a Del Bosque hoy, el día en que alumbró un nuevo concepto: el «discurso majo». «Los jugadores han hecho un discurso majo». El discurso majo es una cosa que se dice majamente y se recibe por los periodistas con la misma majeza. Todo es majo. Se entona el mea culpa, se le echa la culpa al éter, se reparten flores, abrazos, carantoñas, se le saca brillo a la estrella y a otra cosa. El discurso majo. Acabada la rueda de prensa que gentilmente concedió (no tenía obligación) alguien se admiraba:

-Qué normalidad le da a todo.

Sí, le estaba dando normalidad a una derrota por cinco goles. Eso es una auténtica genialidad. Si Luis Suárez, Clemente o Aragonés hubiesen intentado lo mismo imagino los comentarios. Todo lo que se dice es tan majo, hay una resignación tan dulce, que por pensar antimajamente uno se siente fatal. Me miro en el espejo del ascensor y me doy hasta asco. Yo admiro a Del Bosque, me cae bien Del Bosque, me encantaría tomarme un capuchino con Del Bosque, pero echo de menos el sentido de drama nacional con la selección. Ese drama disparatado y teatralizado. Y luego es que detecto una cierta coquetería, muy antigua en el míster. Hoy empezó la rueda de prensa diciendo que aspira a que su cara sea la misma ganando o perdiendo. Impasible el ademán, que se decía antes. Poner cara de Raymond Burr todo el torneo. Yo creo que esto se entrenará, que le dirá a Toni Grande que le cuente chistes y le haga cucamonas en plan Hermanos Calatrava para controlar bien su hieratismo. Me lo imagino riendo y poniéndose de repente «superserio» tras pasarse la mano por la cara, como si recogiera su risa.

El caso es que yo escuchaba esto y pensaba qué tendría que ver con los cinco chicharros. Pero es que después, el mismo Del Bosque matizó una contestación confesando que la noche anterior estuvo un rato poniendo una cara determinada, pero que era falsa, que por dentro se sentía diferente y fatal. Este raro confesionalismo en rueda de prensa sólo lo hace Del Bosque y le queda estupendamente. Es impropio de un adulto. ¿Se imaginan a otro entrenador hablándonos de si pone morritos como un Duran Duran o mete carrillo como Raphael? Ahora cada vez que vea a Del Bosque me voy a estar preguntando si en su expresión hay naturalidad o tiene los músculos en tensión. ¿Se conoce el caso de alguien en la historia de la humanidad que haya confesado un propósito tan friqui como ese, tener siempre la misma cara, tener un, digamos, isocareto?

Yo no entiendo nada, es absurdo todo, unos derroteros explicativos de un narcisismo disparatado, pero a ver quién se atreve a romper este clima tan majo.