@emilialandaluce
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los madrileños que ayer se echaron a la calle para saludar al Rey no lo hicieron por el bando de la alcaldesa, que no había por dónde cogerlo.
Hace cuatro alcaldes teníamos en el Ayuntamiento a Tierno, autor de unos bandos dignos del Padre Isla. Hoy daríamos la recaudación de una jornada de “parquímetro inteligente” sólo por un folio del pobre Fray Gerundio, que al menos no insistiría en la idea orteguiana y joseantoniana de España como “proyecto” (?).
–Os invito a vivir ese día memorable con alegría –dice Ana Botella en el bando “con motivo de la proclamación del Rey Don Felipe VI en esta Villa y Corte”.
–Sonría, descanse, viva –decía ayer Karin Silveyra al Rey en su horóscopo, que, miren ustedes por dónde, también es el mío.
La alegría española es esa alegría que le entraba al español al ver andar por la calle a Rafael el Gallo.
Pero los andares del Rey nuevo son de baloncestista, no de torero, con la pérdida de alegría que eso supone. Y que la Reina fuera un día periodista ayuda a entender la confusión (“vivimos donde la confusión ha hecho su obra maestra”) en el real discurso, que es una confusión del periodismo, entre monarquía constitucional (manda el Rey) y monarquía parlamentaria (manda el Parlamento). A esto, Ónega, que para nosotros, los periodistas, es como el dinosaurio de Monterroso, diría que da igual, y, sin embargo, no es lo mismo la monarquía francesa del 91 que la monarquía inglesa de hoy, discusión de la que viene a sacarnos este fogonazo de magnesio en el bando:
–El pueblo de Madrid, en su condición de “muy antigua, noble y coronada” Villa y Corte, ha forjado estrechos vínculos con la Corona…
Felipe VI no se merecía en su día ni los solecismos del bando de Botella en Madrid ni los goles a la banda de Del Bosque en Maracaná. Lo primero podía haberse arreglado con un escritor de alquiler por el precio de una bicicleta municipal. Y lo segundo, con haber refrescado al viejo Combinado Autonómico (Xabi Alonso es su Pichichi) con un toque de chispa atlética (¡que el Rey es del Atlético!) y juventud.
En el fútbol, donde lo que cuenta es correr, juegan los viejos, y en la política, donde lo que cuenta es saber, mandan los jóvenes.
Es lo que tiene ver a España sólo a través de los partidos y sus tertulianos, que es como si se viera a El Corte Inglés sólo a través de los proveedores y su publicidad.
¿Dante cuya justificación es el terceto, o el terceto, cuya justificación es Dante?
¿España, cuya justificación es la Monarquía, o la Monarquía, cuya justificación es España?
El monarquismo es demófilo antes que demócrata.
Se equivocan los asesores monárquicos al agitar en los medios un monarquismo pijo, cuando toda la fuerza del monarquismo español está en su raíz popular: la España grande la hizo la boina, no el loden, que son distintos bandos. Es el pueblo el que ama el ceremonial, porque, llegado el caso, es el que conoce la diferencia de casarse en El Vaticano o en un juzgado municipal.
Viva el Rey.