domingo, 22 de junio de 2014

Los famélicos de Curitiba

La Vaquilla de Berlanga
(O la Roja de Del Bosque)


Hughes
Abc

Con sus palabras, Xabi Alonso rompió el «discurso majo», que fue la expresión que Del Bosque encontró para calificar las explicaciones de los futbolistas tras los cinco de Holanda.

Al tolosarra (en deportes ha de haber siempre un gentilicio) quizás se le podrá acusar de cierta coquetería. Con el Madrid en Vigo falló también y dijo más o menos lo mismo. Se podrá decir que la autocrítica empieza por uno mismo, o que no era nadie para entrar en el hambre ajena, pero el aficionado entendió sus palabras. Eran una explicación verosímil porque lo que vimos en Brasil no eran precisamente caníbales. Por fin alguien hablaba el mismo idioma. Hasta entonces la selección manejaba el Casillés (mea culpa, mea culpa). «Sí, yo en Brasil vi hambre en las favelas y en Cazorla». Tequiyá, que dirían en Cádiz.

El discurso majo consistía en pedir perdón, pero sin reconocer concretamente nada. Aún ahora, la versión oficial de selección (y prensa) es que en el primer partido se jugó bien hasta que todo se desmoronó con el tercero holandés. Con esta selección, la, así llamada, Roja, termina también, o debería, un grupo de poder en el vestuario y un discurso dominante. Discurso que la prensa devolvía en perfecto tiquitaca y que señalaba buenos y malos.

Yo conocía el periodismo de camiseta, pero ahora conozco el de dorsal. Me queda ver a un periodista entrando en Las Ventas vestido de torero. Y me pregunto: ¿por qué Del Bosque, que no es Clemente y además es bueno, llama cerriles a parte de sus críticos?

-Míster, ¿van a callar bocas?

Llevamos cuatro años dando gracias a «este grupo». Por favor, yo me hago un tatuaje de la Jules Rimet en el occipucio si es menester, pero esto es peor que el gol de Marcelino. La Selección ha ido adquiriendo vicios de Barça y Madrid. Similar flatulencia retórica. Apagado el toque y más que muerta La Furia, nos queda un grupo, «los chicos», al que, para que nadie se enfade, podríamos llamar Los Famélicos de Curitiba.