Anguita tras el atril
De espaldas y con el cuello girado, Mariscal.
A su lado Elena Cortés, un camarada no identificado,
Ana Doblas y el hermano Centella
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Al atardecer de ayer viernes salí en busca de tomates de Alcolea para el salmorejo a una tienda del Alpargate. Junto al colegio de los Trinitarios, en la plazoleta del Centro Cívico, ese establecimiento ingeniado como célula por alcaldes y alcaldesas, estaba él. Discurseando a los fieles ante un atril, el viejo profesor explicaba con verbo suelto las virtudes de la República a un racimo de abuelos sentados en sillas blancas y a dos docenas de jóvenes estéticamente reconocibles por el peinado, la barba y una indumentaria tricoloreada en camisetas. Don Julio Anguita hablaba de república y republicanos, de la santa revolución francesa y de la troika asesina. Lo más llamativo que dijo iba por inteligente camino, “...unidad de acción”, mientras lo miraban arrobados la joven Elena Cortés y su compa Mariscal el jefe de los comunistas de Andalucía. También estaba uno de los Centella colocado en la Junta para vigilar el nombre de las calles andaluzas y Ana Doblas, investigadora de los Eres, y..... El caso es que me pareció que don Julio convocaba al profesor Iglesias, el de coleta y tertulias, a una unidad republicano, como en el 31: “..no quiero comprometer a mis camaradas que son libres de decidir en el Partido Comunista, pero necesitamos a toda la ciudadanía...”
Tenía prisa y me fuí, pero hago constar la urgencia republicana con que predica don Julio a sus discípulos atentos a la llamada de una selva dicen que democrática.