Apenas pasado el primer efecto que causó el descubrimiento de la Agencia de cruces, se ha descubierto otro hecho, que, si no de la misma importancia, la tiene en cuanto afecta a la moralidad de la Administración.
Hace tiempo venía gestionando en el ministerio de Estado el nombramiento de cónsul en cualquiera de las agencias de Marruecos un tal D. P. de A., sin que, a pesar de las influencias puestas en juego, lo hubiera conseguido.
Ayer, cuando el jefe del personal de dicho ministerio llegaba a su despacho, se encontró un pliego que contenía dos billetes de 1000 rs. Y una carta, que, poco más o menos, decía:
"Muy señor mío:
"Yo solicito ser nombrado cónsul en Marruecos: pienso que voy a tardar en conseguirlo, y, para abreviar, si es posible, me dirijo a Vd. rogándole interponga su influencia en mi favor. No soy desagradecido; como muestra le remito dos mil reales, cantidad que triplicará al recibir mi nombramiento.
"Quedo de Vd., etc."
El jefe del personal entregó la carta y los billetes al ministro y éste al gobernador. Las disposiciones del conde de Xiquena fueron tan acertadas como rápidas.
A las seis de la tarde era detenido el P. de A. que con carta y dinero fue entregado al juez de guardia.
LA DISCUSIÓN
DIARIO DEMOCRÁTICO DE LA MAÑANA
Háblase de una nueva irregularidad.
Parece que un joven de una familia muy conocida en Madrid tenía solicitada, de un alto empleado del Ministerio de Estado, una plaza de vice-cónsul, y para conseguirlo, según se ha dicho, el interesado entregó 2.000 reales, que era el precio convenido. Ayer se presentó este sujeto al empleado, le reconvino porque no le cumplía lo ofrecido, y aquél, dándose por ofendido, lo mandó con una pareja de orden público al gobernador, y éste lo puso a disposición del juzgado de guardia, el cual decretó la detención del referido joven.