domingo, 30 de agosto de 2009

GRAN TARDE DEL CID

Muleta de la faena de San Isidro 2008 al toro de El Pilar, en el balcón de un hotel de Talavera


Feria del Mar de Almería

EL CID, EN EL CUADRO DE HONOR

Por Juan Miguel Núñez (Efe)


No es la primera vez que se anuncia El Cid con dos toreros [El Cortdobés y El Fandi] de los llamados mediáticos. No parece que encaje su estilo en los ambientes de este tipo de corridas. No tiene sentido el frenesí que hay en las otras faenas con la seriedad que se sigue, y hay que ver el toreo del Cid. Los empresarios sabrán por qué esta mezcla tan rara.
El caso es que el público habitual suele tomarse un descanso en este tipo de corridas. El tendido se puebla de espectadores ocasionales, con los que es más difícil triunfar por derecho, y al revés, son más complacientes con lo superficial.
Por eso el triunfo del Cid ha sido doble, pues ya que de sus manos brotaron los mejores lances y los más bellos muletazos no sólo de la tarde sino de toda la feria, lo importante ha sido convencer y hacer disfrutar también a los agnósticos.
Fue su primera faena. Lástima que sin la oportuna rúbrica con la espada. Pero ahí quedó. Otra obra cumbre del Cid, que para muchos puede pasar inadvertida por el contexto de la tarde. Había que estar en la plaza para asimilarla y catalogarla en su verdadera dimensión.
Gran Cid, como tantas veces en temporadas mejores.
Faena de mucho ritmo y unidad, muy compactada. Embeleso con el capote y esplendidez con la muleta. La derecha esta vez rayó a gran altura. Muy quieta y encajada la figura, El Cid enganchaba al toro por delante, llevándole muy por abajo, y muy lejos. El temple, arma para someter. Y el gusto, el relajo y la naturalidad. Verdadero deleite. Fue faena de clamor tirada por la borda, ya está dicho, por la mala espada.

Y menos mal que llegó a resolver el triunfo en el siguiente toro, en una faena que no tuvo tanta redondez, con series compuestitas alternando las dos manos y con menos profundidad por la condición del animal, que tuvo menos empuje. El conjunto, no obstante, resultó exacto, por la buena técnica y la exquisita estética. Atacó esta vez con la espada en la mano izquierda para agarrar un estoconazo que dio paso a las dos orejas. El recuerdo de la anterior faena estuvo presente en la vuelta al ruedo con los trofeos en la mano.

(...)

Al final resplandeció el nombre de El Cid en el cuadro de honor de la feria. EFE

(Vía lamontera.blogspot.com)