Julio de 2009 en Sanlúcar de Barrameda
A la amabilidad de ese enciclopédico aficionado que es Juan Galacho debo una biografía de Guerrita publicada en Sol y Sombra en 1910 y firmada por El Bachiller González de Rivera de la que extraigo estas curiosas líneas referidas al traje de torear:
[...] La corrida dada en Aranjuez el 4 de Septiembre [de 1886], tarde memorable, en que alternando con su maestro [Rafael Molina, Lagartijo], dieron una lidia y muerte admirable a seis toros del Duque [de Veragua], especialmente Lagartijo, que mató los tres suyos asombrosamente; ambos vestían de verde con plata, porque hasta hace muy poco, los toreros han hecho sus combinaciones de indumentaria a su gusto, variándolas y rompiendo la monotonía charresca del oro constante que hoy adorna sus trajes, que me consta hay algunos de ellos que no ve hasta que se los manda el sastre, hecha la combinación a gusto del confeccionador. Y no se diga que era por ahorro. En primer lugar, aquellos toreros ganaban menos y sabían gastarse más, y, en segundo lugar, los trajes eran de los llamados dobles, y había traje con plata que valía cinco mil reales, mientras que hoy por tres mil y pico, de un trajecito con oro, de estos de colores pálidos y tenues, con lo cual semejan los diestros coupletistas de café-concert o recuerdan a la monísima y malograda Rosa Vila cuando cantaba Caramelo. Así salen los trajes dichosos; reuerdo un berrinche que llevó un matador, hoy famoso, cuando el día de su alternativa recibió el traje celeste y oro que para ella le mandaban de Barcelona.[...]
José Ramón Márquez
A la amabilidad de ese enciclopédico aficionado que es Juan Galacho debo una biografía de Guerrita publicada en Sol y Sombra en 1910 y firmada por El Bachiller González de Rivera de la que extraigo estas curiosas líneas referidas al traje de torear:
[...] La corrida dada en Aranjuez el 4 de Septiembre [de 1886], tarde memorable, en que alternando con su maestro [Rafael Molina, Lagartijo], dieron una lidia y muerte admirable a seis toros del Duque [de Veragua], especialmente Lagartijo, que mató los tres suyos asombrosamente; ambos vestían de verde con plata, porque hasta hace muy poco, los toreros han hecho sus combinaciones de indumentaria a su gusto, variándolas y rompiendo la monotonía charresca del oro constante que hoy adorna sus trajes, que me consta hay algunos de ellos que no ve hasta que se los manda el sastre, hecha la combinación a gusto del confeccionador. Y no se diga que era por ahorro. En primer lugar, aquellos toreros ganaban menos y sabían gastarse más, y, en segundo lugar, los trajes eran de los llamados dobles, y había traje con plata que valía cinco mil reales, mientras que hoy por tres mil y pico, de un trajecito con oro, de estos de colores pálidos y tenues, con lo cual semejan los diestros coupletistas de café-concert o recuerdan a la monísima y malograda Rosa Vila cuando cantaba Caramelo. Así salen los trajes dichosos; reuerdo un berrinche que llevó un matador, hoy famoso, cuando el día de su alternativa recibió el traje celeste y oro que para ella le mandaban de Barcelona.[...]