UN TORO BIS
José Ramón Márquez
Efe
El invento no es nuevo. Luis García Berlanga, en la película Calabuch, nos muestra a un toro
llamado Bocanegra que acompaña a su ‘toreador’, que no matador, por las plazas de talanqueras de aquel Levante de los años cincuenta. Pues bien, aquí tenemos el futuro: el mismo toro se lidió el día de ayer en las plazas de toros de Gijón y de San Sebastián. En la primera de ellas le pusieron la pegatina del hierro de Jandilla, en la segunda, la pegatina era del hierro de El Tajo y la Reina (nombre, por cierto, nada pretencioso).
El simpático animal, que tuvo la genial ocurrencia de frotarse los pitones con las encinas de la dehesa y luego con las paredes de los corrales, tan sólo pidió que después de la maratón que le supuso esa apresurada tournée por el norte, fuese enviado a la dehesa El Grullo, en Vejer de la Frontera, para pasar unos días en alegre camaradería con el bondadoso Idílico, en lo que muchos consideran la auténtica factoría de toros del siglo XXI, o sea, como la Factory de Andy Warhol en Nueva York, pero en plan taurino.
El simpático animal, que tuvo la genial ocurrencia de frotarse los pitones con las encinas de la dehesa y luego con las paredes de los corrales, tan sólo pidió que después de la maratón que le supuso esa apresurada tournée por el norte, fuese enviado a la dehesa El Grullo, en Vejer de la Frontera, para pasar unos días en alegre camaradería con el bondadoso Idílico, en lo que muchos consideran la auténtica factoría de toros del siglo XXI, o sea, como la Factory de Andy Warhol en Nueva York, pero en plan taurino.