Pepe Cerdá
La muerte toma su forma más terrible en los ojos llorosos de un ser querido que la sabe cerca al tiempo que finge que todo va bien, que no hay de qué preocuparse.
Hoy recuerdo las insustanciales y banales últimas conversaciones con personas que me quisieron y que no quisieron preocuparme, o mejor dicho incomodarme, con la gravedad de su última situación.
No quisieron incomodarme por pudor. Porque la decrepitud es vergonzante y un tema de muy escasa conversación con la visita que va a despedirse.
Pero hoy no puedo dejar de recordar las últimas miradas llorosas de las personas que quise y se han ido. Hoy una punzada en el alma me ha recordado las conversaciones que mantuve con ellos y que versaron más sobre mí que sobre ellos. Hablamos de cómo me iba, de mi siguiente exposición, de dónde iba a pasar las vacaciones, de dónde había cenado la noche anterior…de nada importante.
En realidad no recuerdo haber hablado de nada importante en mi vida.
La muerte toma su forma más terrible en los ojos llorosos de un ser querido que la sabe cerca al tiempo que finge que todo va bien, que no hay de qué preocuparse.
Hoy recuerdo las insustanciales y banales últimas conversaciones con personas que me quisieron y que no quisieron preocuparme, o mejor dicho incomodarme, con la gravedad de su última situación.
No quisieron incomodarme por pudor. Porque la decrepitud es vergonzante y un tema de muy escasa conversación con la visita que va a despedirse.
Pero hoy no puedo dejar de recordar las últimas miradas llorosas de las personas que quise y se han ido. Hoy una punzada en el alma me ha recordado las conversaciones que mantuve con ellos y que versaron más sobre mí que sobre ellos. Hablamos de cómo me iba, de mi siguiente exposición, de dónde iba a pasar las vacaciones, de dónde había cenado la noche anterior…de nada importante.
En realidad no recuerdo haber hablado de nada importante en mi vida.