Peter Sloterdijk
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Peter Sloterdijk es un filósofo de fe socialdemócrata (rama culta, desconocida en España) atropellado por el periodismo tras su célebre conferencia en el castillo bávaro de Elmau, acusado de proponer una revisión genético-técnica de la humanidad.
–¡El proyecto Zaratustra! –le gritaron en las portadas.
Los cenutrios habían descubierto para sí mismos “l’alarme pour l’alarme”, y por eso rugían “como una indignada diva con plumas, atenta siempre a la reacción del público”.
Toda sociedad, admitió el filósofo, necesita de unos sistemas de alarma psíquicos y semánticos para defenderse. Y recordó el caso de los gansos del Capitolio, que con sus oportunos graznidos salvaron una noche a la Roma antigua del ataque de los galos, inaugurando el alarmismo europeo. Nadie ha olvidado este servicio de los gansos, y las funciones del corral capitolino las desempeña hoy la prensa. Aunque Sloterdijk tenía un reparo que hacer:
–¿No habría que alertar alguna que otra vez contra los alertadores? Me parece usted –dice al periodista correveidile que lo denuncia sin haber entendido nada– un ganso problemático: primero porque grazna de un modo exagerado; segundo, porque hace sonar la alarma por encargo de un tercero (el pobre Habermas, que tanto fervorín cosecha en España). ¿De qué le sirve a la opinión pública un ganso que grazna un aria demencial cuando es imposible ver a un solo moro en toda la costa? ¿O quiere decir que es el ganso que alerta de los moros el que decide qué es un moro?
Era mayo de 2000, y un filósofo de fe socialdemócrata, pero culta, se daba cuenta ya de cómo en toda la opinión pública contemporánea tenía lugar una evolución del alarmismo al “escandalismo”, adoptado por el periodismo, que acepta la muerte de la crítica y su transformación en producción de excitaciones en un mercado de cuotas de atención que se iba quedando estrecho.
Había descubierto la dictadura de la virtud “asociada con el arribismo periodístico y académico”.
