-Sentí un sacudida al saber que Diana Nyad haría un intento de cruzar a nado el Estrecho de La Florida. Evoqué los días de 1994 en que mi barrio de San Leopoldo era un hervidero de gente construyendo balsas improvisadas para lanzarse al mar. Recuerdo especialmente un grupo que partió durante aquel período en que las autoridades cubanas renunciaron a impedir las salidas ilegales. Una embarcación armada con trozos de madera, tanques plásticos que hacían las veces de flotadores, la imagen de la Virgen de La Caridad y una remendada bandera que ya no se sabía a cuál nación pertenecía. Pero lo más impactante resultaba que sobre aquella endeble balsa sólo iban viejos. Había una señora muy negra con una pamela de colores, un vestido de flores y una sonrisa, que le agradeció en español y en inglés a los muchachones que los ayudaron a zarpar. Nunca supe si aquella enclenque expedición llegó a su destino, si todos aquellos ancianos dispuestos a comenzar de nuevo habían tenido esa oportunidad...
En Generación Y
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