PEPE CAMPOS
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Jueves, 7 de agosto de 2025. Sexta novillada del verano madrileño. Novillos mansos y nobles de Los Maños. Un tercio de entrada. Noche aquietada y calurosa.
Novillos de Los Maños, de sangre Santa Coloma, línea Buendía, bien presentados, cornicortos, de «cara arriba», mansos, nobles, cárdenos —primero, tercero y quinto—; el primero y el quinto —bello ejemplar, abierto de cuerna— con fijeza, aplaudidos en el arrastre; segundo y tercero —éste astifino—, distraídos, cosecharon al ser arrastrados silencio —2º— y aplausos —3º—; cuarto, tardo, pitado en el arrastre; sexto, enrazado, de menor fijeza de salida pero que rompió a embestir en la muleta con brío y por abajo, fue muy aplaudido en el arrastre.
Terna: El Mella, de Barcarrota (Badajoz), de canela y oro, con cabos blancos; de veintidós años; nueve festejos en 2024; silencio tras un aviso y saludos. Cid de María, de Alcalá de Henares (Madrid), de gris piedra y oro; veintiún años; veintidós festejos en 2024; vuelta al ruedo protestada, tras aviso y silencio tras dos avisos. Ignacio Candelas, de Ronda (Málaga), de burdeos y azabache; veintitrés años; tres festejos en 2024; saludos tras un aviso y silencio. El Mella e Ignacio Candelas se presentaban en Las Ventas.
Suerte de varas. Picadores: Primer novillo —Antonio Palomo—, primera vara, el novillo entra al relance, colocación del hierro trasero y el novillo sale suelto; segunda vara, sin estar en suerte, detrás de la cruz, le da fuerte, sale suelto. Segundo novillo —Juan Melgar—, primera vara, en suerte, detrás de la cruz, rectifica, sin castigarle, sale suelto; segunda vara, en suerte, detrás de la cruz, sin castigarle, sale suelto. Tercer novillo —Francisco Javier Ortíz—, primera vara, al relance, trasera y caída, le da fuerte, sale suelto; segunda vara, en suerte, trasera y sale suelto. Cuarto novillo —Aitor Sánchez—, primera, en suerte, el picador es desestribado al entrar el novillo y descabalgado, sube a la montura, en suerte el novillo, tardo, vara trasera, rectifica para situarla caída, sale suelto; segunda, en suerte, trasera y caída, le da fuerte, empuja, sale suelto. Quinto novillo —Javier Díaz—, primera vara, en suerte, marra, después caída, con metisaca, sale suelto; segunda, en suerte, trasera y muy caída, sale suelto. Sexto novillo —Santiago Chamorro—, primera, sin estar en suerte, en la cruz, con metisaca y tapando la salida, sale suelto; segunda, sin estar en suerte, caída, con metisaca de nuevo, tapando la salida y sale suelto.
La novillada de Los Maños salió noble, clara y embestidora. Ahora bien, con un tipo de embestidas muy alejadas del «toro de carril», un comportamiento de este toro como sabemos —previsible— caracterizado por una mayor obediencia a los dictados de los engaños de los toreros, una clase de astado que se le puede denominar como «toro de dulce» o de manera vulgar «medio toro», un animal muy común en los encierros actuales por el predominio de la sangre Domecq, en la mayoría de las ganaderías de bravo de hoy. Bien, si nos vamos de nuevo al juego de los novillos de Los Maños —muy finos, por cierto— salieron con una conducta sencilla y llana, en apariencia simple y sin complejidades para ser toreados. Pero —y aquí está el quid de la cuestión— escondían un arcano, un enigmático misterio que sólo poseen los toros de casta de procedencia Santa Coloma y que les distingue de las embestidas más habituales de las ganaderías formadas a partir del encaste Domecq. El secreto que esconde la embestida de los Santa Coloma está en no dejarse torear si el matador no hace las cosas como es debido. Digamos que la sangre Santa Coloma tiene sus amplitudes, su pluralidad —palabra tan del gusto de hoy—, y que depende de la línea o raza de bravo que con la sangre Santa Coloma se haya formado, ya sea los toros de procedencia Coquilla, o de Graciliano Pérez-Tabernero —vimos de su dificultad para ser toreados en Las Ventas hace una semana— o de origen Buendía. También podríamos mencionar a los toros de procedencia Albaserrada, Vega-Villar o Villamarta. Quiere decirse que existe diversidad de encastes y comportamientos en el toro bravo, si bien todos los nombrados aquí se les considera «encastes minoritarios», que viene a significar que son animales que suelen tener un desenvolvimiento en el ruedo que encubre mayores dificultades de las usuales para ser toreados, y por ello no son del gusto de los toreros que mandan o «figuras del toreo», que quieren resolver la facilidad. En cambio sí son animales del gusto del aficionado a la tauromaquia que lo que quiere es ver a los matadores solventar los problemas que un toro pueda plantear en la arena, y cuantos más problemas se presenten más bello será el proceso y el desenlace que sucede y contiene la lidia.
La línea Buendía del encaste Santa Coloma es, como decíamos, de toros con una pauta de embestida sencilla, pero que encierra la dificultad de ser entendidos a la perfección, hacerles las lidias con mando y suavidad. La complicación mayor proviene de que suelen embestir con la cara alta, no llegando al tejado sus cabezas, mas con la renuencia a la humillación o la de bajar la testa para lamer el albero. Es el signo de distinción de este encaste, acuciado con que la acometida o su deambular en el coso es «dormido», como un ir en un sueño que no se puede dominar, ya que no obedece a una conducción normativa para ser metido en los engaños. Al llevar este toro la cara arriba y con un caminar adormecido, la supuesta facilidad de su conducta se traduce en una mayor complejidad para que sean dominados, pues los engaños —principalmente, la muleta— deben llevarse con pulso alto, algo más que a media altura, un punto de alturas no naturales para tender ese pulso con constancia. Una complicación que aumenta si el matador no está acostumbrado a verse con este tipo de astados, porque los lidia de Pascuas a Ramos. Entonces la problemática reside en saber llevar a estos toros con el temple debido, a una velocidad al ralentí, de costoso mantenimiento, mayor aún porque puede aparecer en estos toros la viveza, la inteligencia o la listeza; quiere decirse que si el trazo del lance o del pase no es realizado con el temple adecuado, el astado se desentiende y puede irse de la suerte o puede ir hacia el torero y cogerle y voltearle. Por ello, la necesidad de disponer de un pulso firme y mantenido, con mando, para llevar las embestidas aparentemente claras del encaste Buendía, que tienen intríngulis y poseen meollo, porque estos animales son dóciles, son nobles, pero no obedecen; si no que hay que engañarlos de manera constante con suavidad y tiento, cogerles el ritmo de la acometida; y cualquier duda o desencuentro o veleidad, acarrea un posible desenlace no deseado o la cogida. El asunto consiste en llevar a estos animales en las lidias y en las faenas, en las tandas y en los pases, con verdadero temple dentro de un mando firme «sostenido», a la altura adecuada, a la distancia requerida y con la atención precisa.
Toda esta complejidad contiene la embestida franca de los toros de encaste Santa Coloma, Buendía, ayer noche, Los Maños. Y ante toda esta laboriosidad de logros se enfrentaron los novilleros que hicieron el paseíllo en Las Ventas. El Mella saludó a su primer novillo con tres buenas verónicas a pies juntos por el pitón derecho —el pitón bueno del animal—. En la faena de muleta, en los medios, dio dos tandas de redondos, ligadas, templadas y despegadas, el engaño retrasado, en ocasiones en uve, al natural, al dilatarse la faena, y no ir metido en ella el novillo, el contenido fue a menos. Quiso calentar al personal con pases por la espalda y con las bernadinas institucionales. Mató en la suerte natural haciendo guardia al novillo, luego, un pinchazo en la contraria quedándose El Mella en el pitón del astado, terminó con un pinchazo en la suerte natural del que salió perseguido, más un descabello. En el cuarto novillo dio cinco largas cambiadas, rematadas con media verónica de rodillas. Luego en la muleta, ante un novillo distraído que salía con la cara alta de la suerte, a su aire, no acertó, al retrasarle la muleta, aunque hizo el esfuerzo de cruzarse ante el astado. No pudo dominarle. Todo quedó deshilvanado. Tardó en cuadrarlo y lo mató en la suerte contraria de una estocada baja, tendida y atravesada. Víctor Hugo Saugar ‘Pirri’ apuntilló certeramente al novillo.
Cid de María, recibió a porta gayola a su primer novillo, luego continuó con verónicas sin demasiado lucimiento. Con la muleta, en los medios, intentó torear con suavidad, pero para afuera. Despegado al natural, sin envolver al novillo en la labor. Cerró con las consabidas manoletinas, logrando un buen muletazo por bajo y un vistoso recorte, como colofón. Mató en la suerte contraria de una estocada baja perdiendo la muleta. En el quinto novillo, también en los medios, comenzó por bajo sin dominar, empleó pico y toreó hacia fuera. La tarea se fue desluciendo. Un buen natural suelto. Mató tras siete pinchazos, tendidos, caídos, la mayoría en la suerte contraria, y un descabello.
Ignacio Candelas, fue el novillero que puso en el empeño más personalidad y algo de diferencia. Comenzó en el tercer novillo con verónicas suaves. Con la franela inició la tarea por bajo, entre el nueve y el diez, en la segunda raya, el novillo iba con suavidad y las embestidas eran largas. Candelas dijo más en su toreo al natural ayudándose con el estoque, pero se decidió por torear con la diestra. Mató en corto, en la suerte contraria, en el primer encuentro marra y el novillo le persigue y le empitona, en un segundo intento mata de estocada tendida. En el sexto, el novillo que embistió con ímpetu, Candelas tuvo la virtud de adelantar la tela en el último tercio, aunque no gobernó las embestidas. Mejor al natural por su colocación más ortodoxa y llevar la muleta cogida por el centro del estaquillador. Dio tres naturales cerrados con el de pecho, decentes. Le costó todo mucho. Manoletinas finales. Estocada en corto baja en la suerte contraria y tres descabellos.
ANDREW MOORE













