viernes, 3 de julio de 2009

LA GRAN MENTIRA CATALANA VIENE DE CUBA





José Ramón Márquez




Cuba, España… misma cosa. “España en vacaciones”, dijo Foxá. Unos ciudadanos en uso de algún derecho reconocido por alguna ley, decreto o codicilo se ponen a recoger firmas para abolir los toros en Cataluña. Estamos en el siglo de los derechos, y esas buenas gentes sin duda tienen el suyo a expresar su animadversión a los toros. Y hablando de derechos, ¿alguien defenderá el de los que quieren corridas de toros en Cataluña? No cabe duda de que al lado de los grandes males que aquejan a la sociedad como son el desempleo galopante, las agresiones de toda laya contra hombres, mujeres y niños, los hurtos y latrocinios públicos y privados, las pederastias varias en vivo o por Internet, el hambre y la sed que aquejan a más de medio mundo o las inmundas drogas, el asunto de los toros parece una nimiedad, pero no lo es porque en realidad el ataque a la tauromaquia no va contra la tauromaquia.
Lo explicaremos con ejemplo cubano: las dos grandes aficiones cubanas anteriores a 1898 son las peleas de gallos y los toros. Ambas aficiones llegan a la isla prácticamente con Colón y ambas gozan de suficiente popularidad en la isla durante siglos. El 26 de abril de 1899, la Secretaría de Gobernación y Estado eleva al gobernador militar norteamericano, general John R. Brooke la propuesta de una Orden cuyo primer artículo decía: ‘Quedan prohibidas en toda la Isla las corridas de toros y las lidias de gallos’. El general no resolvió publicar aquella Orden, pues pensaba que establecer la prohibición de las lidias de gallos, pasatiempo favorito de los guajiros, podía ocasionarle problemas de orden público. En cuanto a las corridas de toros, las consideraba claramente como una fiesta española que debía desaparecer de la Isla precisamente con el cese de la dominación española.
Finalmente se publicó en la Gaceta, en fecha tan simbólica como es la del 12 de octubre, la orden número 187 en la que se prohibían las corridas de toros y se penaba con 500 pesos de multa a los contraventores. Esa Orden militar se encuentra vigente al día de hoy en la República de Cuba. Las lidias de gallos vivieron diversos avatares administrativos y fueron restablecidos en 1909 por una ley del Congreso.
Quienes impulsan ideológicamente estas dichosas campañas a favor de la abolición de los toros en Cataluña, en las que sin duda se alistan también personas de buena fe, no están luchando por la defensa de una criatura que se defiende por sí sola; están atacando con la misma certeza del general Brooke a una fiesta española que, sólo por esa razón, debe ser neutralizada y eliminada.




(En la imagen, la plaza de toros de La Habana, con la bandera de España al fondo)