lunes, 23 de diciembre de 2024

El incendio de Atalanta



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Nadie hubiera apostado su vida por ello, pero el Madrid de Ancelotti salió vivo de Atalanta, es decir, de la Champions, su mundo, que pudo ser el otro incendio de Atlanta, con arreglo a la descripción de Margaret Mitchell en “Lo que el viento se llevó”: “Altas llamas se elevaban sobre los edificios, iluminando calles y casas con un resplandor más intenso que la luz del día, creando monstruosas sombras que se retorcían como velas desgarradas en las vergas de un navío que zozobra… Los dientes de Scarlett (Vivien Leigh) rechinaban sin cesar… En el momento en que Rhett (Clark Gable) hacía embocar al caballo otro camino lateral, una nueva e imponente explosión desgarró el aire y una especie de monstruoso cohete de llamas y humo se elevó en el cielo, hacia el oeste…”


En el Atleti Azzurri d’Italia (Gewiss Stadium, para el vulgo) nuestro Clark Gable entre las llamas, oh, sorpresa, y grande, fue Mbappé, aunque a medias con Bellingham, más el karma de Vinicius, aún convaleciente de un estirón en su musculatura de goma, pero con la astucia callejera del matador (en ese gol de Vinicius está todo el “Ensayo sobre el exotismo” de Victor Segalen).


Veníamos del sorteo del Mundial de clubes de Infantino con Trump de convidado estelar, que aprovechó para contarnos lo honrado que está por albergar en los Estados Unidos semejante espectáculo y lo mucho que su hijo Barron ama al fútbol, “aunque no juega muy bien” (en ese momento, todos pensamos en Peter Crouch, un espindargo como Barron que supo ganarse la vida como delantero centro en Inglaterra). Con estas credenciales, el pelotazo comercial pertenece al fifo Infantino, que acabará comiéndose por los pies al uefo Ceferino, que pronto dará bastante que hablar, y no por el nuevo formato de Champions, en el que se ha visto empantanado el Madrid de Ancelotti como la Grande Armée de Napoleón en el invierno ruso, hasta el punto de pasar seguramente por la humillación de jugar una ronda de repesca, como los inútiles. Ancelotti, sin embargo, ha prometido estar en la final de Munich, y con ese “chantaje moral” contiene cualquier deseo de reemplazarlo que acometiera a los supersticiosos del mando.


En Italia cayó Mbappé, y se quedaron con pintas de hacerlo Bellingham y Vinicius, mientras resisten el mareado Valverde y el pobre Rudiger, quien algún día contará en sus memorias que jugó de central en el Real Madrid con Lucas Vázquez y Fran García defendiéndole las bandas en el más puro estilo Buster Keaton. Es el libro de las jerarquías de Ancelotti, cuya doctrina militar se ha quedado en la época de la caballería, como le ocurriera a Patton. Como espectadores (el fútbol de “los profesionales”, que son los que cobran, es antitético del “fútbol de los espectadores”, que son los que pagan), que Ancelotti eligiera a Rodrygo, una estrella que tristea, para cubrir la baja de Mbappé nos dejó tan lacios como a Endrick, al que ya no vamos a ver… el pelo.


Siempre digo en broma que a Cristiano fue al único jugador al que nunca le he visto el pene –ha declarado estos días el Tulipán de Chiclana, Rafael Van der Vaart, hijo de holandés y chiclanera–. Siempre era el primero en llegar a entrenar y el último en irse a casa.


Es un modo chiclanero de decir de Cristiano algo que no podría decirse, por culpa del fotógrafo Carlos Monge, de Butragueño. Bueno, pues nosotros diremos que en el Madrid de Ancelotti nos va a costar verle… el pelo a Endrick, que llegó en verano con la camiseta de delantero centro de Brasil y ha jugado menos minutos, y se dice pronto, que Jovic y que Mariano. ¿Por qué? Porque el corazón de Carletto tiene razones que la razón no entiende. De ahí su “bla, bla, bla” (tal cual) como respuesta a los curiosos revistosos del puchero. Ese bla-bla-bla es la versión ancelottiana del “¡Callad, teólogos!” (“Sobre las cosas que no sabéis”) de otro italiano universal, Alberico Gentili, sólo que Ancelotti no puede decir “¡Callad, periodistas!”. Claro, que tampoco podía decir que tiene una plantilla de sólo catorce o quince jugadores. ¡Y lo dijo!


[Sábado, 14 de Diciembre]