jueves, 26 de diciembre de 2024

Fumaroli



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Chunda, chunda, felación, felación... Era el sonido oficial de la Noche Blanca en la madrileña plaza de Cibeles. Con eso, más el guiño transgresor y cómplice del mirandés Calixto Bieito, el alcalde Gallardón cree que Madrid ya puede competir culturalmente con la Roma de Augusto o con la Viena del Imperio.


Los borrachos guardaban colas para entrar a los museos que permanecen vacíos el resto del año. Me acordé de Marc Fumaroli, escribiendo del programa de difusión “cultural” Joven Francia:


Uno de los equívocos de los que se ha cargado la palabra cultura desde 1930 consiste en que sirve de uniforme de viejo corte a un monstruo naciente, la propaganda ideológica, la matracada política. “Cultura animi” era el crecimiento del alma mediante el estudio desinteresado. Es inseparable de la conversación íntima y letrada. Cultura, ahora, es la habituación impuesta a las mentes, con la ayuda de las artes utilizadas como medio de seducción y de impregnación, de fórmulas repetitivas, de eslóganes, de tópicos ideológicos. Uno poco más de tiempo, y la cultura se convertirá en la coartada de la publicidad comercial.


¿Cómo escandalizarnos de que Gallardón haga pregonero a Bosé o de que Zapatero quiera hacerlo ministro (de Cultura)? Con Celia Villalobos en un gobierno, supimos que todos los españoles, si quieren, pueden ser ministros. Con Zapatero en La Moncloa, sabemos que todos los españoles, si quieren, pueden ser jefes de gobierno. Y si Calígula, otro posmoderno, hizo senador a su caballo, ¿por qué Zapatero no iba poder hacer a Bosé ministro de Cultura?


¡Haber matado miles de toros para acabar siendo el padre de Miguel Bosé! –suspiraba, tardíamente, el gran Luis Miguel.


En el zapaterismo, la misión del ministro de Cultura no consiste sino en entretener a los parados que crea el ministro de Trabajo. Bosé aprendió a amar a los humildes en Somosaguas, como Ted Kennedy, ese campeón de los humildes al decir de Obama, había aprendido a amarlos en París. (Ted Kennedy era el vivo retrato de Elizabeth McGovern caracterizada de vieja en “Érase una vez en América”, de Leone). En la Expo 92, Bosé fue designado cazatalentos musical con un presupuesto fabuloso, y durante la dictadura de Aznar tomó el camino del exilio en TVE con el programa “Séptimo de Caballería”, que también tenía su presupuesto. Culturalmente, comparte los gustos de Gallardón y Zapatero, razón por la cual hubiera sido tan buen ministro como pregonero.