Paisajes que vió Chillida en la Demanda
Santiuste
Castroviejo
La covacha de los moros
El Zarruquín
Francisco Javier Gómez Izquierdo
En este 2024 que agoniza han coincidido varias comunicaciones con gente que quiero en las que el centro de conversación era Eduardo Chillida. Enrique, amigo de Arlanzón, me contó a finales del mes pasado que había asistido a la presentación de un libro de Susana Chillida sobre sus padres en el Museo de la Evolución Humana de Burgos en el que contó que estaba muy unida a la Demanda de Burgos porque el padre compró y adecentó un molino en Castrillo de la Reina y que incluso ella se había casado, y otra con anterioridad (Chillida tuvo ocho hijos) en la iglesia de San Esteban de mi pueblo. Coincidieron las palabras del amigo Enrique con una visita a una exposición de un nieto de Chillida en Córdoba a la que acudí con la esperanza de presentarle mis respetos, pero el autor no estaba. A servidor le pareció en la tocante a la pintura una obsesión por el hexágono que no niega, "símbolo de la creación", lo llama el nieto Gorka a la repetitiva figura en sus cuadros; las esculturas seguro que tienen su mérito, pero confieso que carezco de sensibilidad para admirarlas.
A los dos días subí a Castrillo a juntarme con los quintos del 59 a dar cuenta en buena armonía de unos lechazos y al mentar al nieto de Chillida, José, uno de mis quintos, recordaba las cangrejadas que estando de pastor en "Los Vados" -finales de los setenta- pescaba y vendía a la familia: "La mujer se llamaba Pilar y cuando apartábamos los corderos le vendíamos la leche y por un litro nos daba dos de vino; los chicos eran unos cuantos y venían muchas veces con nosotros a estar un rato con las ovejas". Tras la construcción del pantano de Castrovido, el Molino de Chillida es un hermoso recuerdo que duerme bajo las aguas del Arlanza en la presa de los Vados.
El alcalde de Castrillo ha requerido a mi pariente Abilio, eterno profesor de Filosofía del Íñigo López de Mendoza, el Instituto Femenino de Burgos, para que ponga unas letras a don Eduardo, "Don Guardo" como le decía Rafael el pastor padre de mi quinto, para recordar su centenario, letras que he pedido a Abilio las ceda también a Salmonetes...
Tiene además el alcalde la intención de homenajear por San Esteban, 26 de diciembre, con un detalle conmemorativo al insigne vecino y al que creo asistirá algún familiar del rotundo escultor.
Toda esta conjunción de recuerdos que tanto honran a mi pueblo reconozco que me enorgullecen porque estoy convencido que aquí en Castrillo tuvo que tener el artista inspiraciones. Servidor, que hizo la mili en Loyola -de octubre del 79 a enero del 81- se acercaba al "Peine del Viento" recién plantado en la playa de Ondarreta para presumir ante los conmilitones de que el mejor escultor de España vivía en mi pueblo. Reconozco que lo que uno más admiraba entonces es que hubiera sido el portero de la Real Sociedad, el "Arconada de los 40", pero quizás lo que más llama la atención de Eduardo Chillida, sea que hasta un profano como servidor, al ver una obra del escultor vasco, sepa con certeza que es de Chillida.