Abilio Abad Izquierdo
Estamos celebrando el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida, 11 de enero de 2024. El escultor vasco Eduardo Chillida es un referente artístico y cultural español del siglo XX con proyección internacional sobre todo después del reconocimiento de la Bienal de Venecia del año 1958.
Tenemos la fortuna en Castrillo de la Reina que uno de los grandes iconos del arte haya tenido estrecha y alargada relación en el tiempo con nuestro pueblo. Ocurre tal novedad porque a principios de los años setenta el escultor vasco nacido en San Sebastián y ya mundialmente conocido está buscando un lugar, "leku", que le aislara del mundanal ruido y fuera sosiego del alma para pensar y recrear su obra. Y lo encontró en el Molino de Hornillos. Esta causalidad tuvo que ver por la amistad con Moreno Galván, José María, importante crítico de arte que poseía un molino en la cercana Palacios de la Sierra. El lugar de Hornillos es un bucólico lugar de singular belleza, donde el agua del Arlanza se remansa en los Vados nada más salir del Apretadero de Vegacepeda y una vez pasado el molino, adentrarse en el desfiladero de las peñas del Colgao hacia la encrucijada del Judas.
Hornillos es el topónimo de un despoblado altomedieval que conserva algunas tumbas antropomorfas de la necrópolis excavada en la roca. Donde se ubica la Presa del Molino se cruzaba el Arlanza por el llamado puente viejo que era el paso de la Cañada de la Mesta hasta bien entrado el siglo XVI. Desaparecido el puente viejo, se desvía la Cañada de las Merinas y pasa junto a la huerta del molino para cruzar el Arlanza por el puente Hornillos, que contaba con unas hermosas cepas de piedra aunque no terminaron de rematarlo. Chillida hormigonó la pasarela que era de palos y césped. No dudo que Chillida se enamoró de este lugar y lo demostró con la frecuencia de sus venidas y dilatada estancia sobre todo en los veranos.
Castrilo de la Reina
El molino estaba situado a cuatro kilómetros de Castrillo desde casa Eugenia y la Central de teléfonos y la primera relación estrecha entre Castrillo y Chillida viene determinada por el teléfono. Por más soledad creadora que buscara Chillida, alguna vez tiene necesidad de comunicarse con el mundo. Como no había móviles, muchas veces recalaba en casa Eugenia, creando una amistad sincera que se ha mantenido a lo largo del tiempo, y hasta nuestros días, nos recuerda Margarita, con sus hijos. Otra relación estrecha se crea con Mariano, luego Beni y Luci que, entre otras funciones, cuidaban del molino cuando los Chillida no estaban, y con "los panaderos" Luci, cuyo padre Malaquías había sido el último propietario del molino, y Mari, su mujer e hija del dicho Mariano. Así, cuando llegaban los Chillida a Castrillo pronto se hacían notar carretera arriba, carretera abajo con los Jeep todoterreno por la necesidad de usar el teléfono y la también necesaria parada en la panadería que, además, era fama hacía muy buen pan.
En lo alto de Los Vados
Y recordamos también el contacto con los pastores de Castrillo. Coincidía en el tiempo la llegada de los Chillida con la pequeña trashumancia de las ovejas de Castrillo a los términos de los Vados y Cantalauna. De todos era conocido el trato fluido de Chillida con estos pastores que han recordado aquella cercanía grata y humilde de "don Eduardo" con ellos.
Y como un vecino más de Castrillo, colaboró con la aportación económica en la reconstrucción del edificio del Ayuntamiento arrasado por las llamas en 1976.
La iglesia de Castrillo fue otro lugar de encuentro con la familia Chillida-Belzunce. Eduardo Chillida siempre se tuvo por un hombre de fe: "...aunque la razón quiso quitármela en muchas ocasiones pero no lo consiguió... hay espacios a los que la razón no llega". Todos los domingos y fiestas de guardar asistían a la misa en Castrillo. Y en la iglesia de Castrillo se casaron dos hijas: Carmen el 4 de agosto del año 1976 y Susana el 29 de abril de 1983.
Chillida recreó el Molino cual si fuera una de sus obras de arte. Le dedicaron mucho tiempo, trabajo, esfuerzo e ilusión para hacer del Molino una estancia acorde con la belleza y el encanto del entorno. Para llevar a cabo esta recreación recorren los derroteros de Castrillo buscando piedras viejas, sobre todo "las vierteaguas" y algunas tuvieron que sobre parihuelas por la dificultad del lugar como en el caso del molino del Judas. El año 1983 adquieren la finca de ZABALAGA y tienen que centrar su trabajo, esfuerzo e ilusión en aquel ingente proyecto que alumbró un hermoso fruto: El CHILLIDA LEKU, sin olvidar por ello el Molino de Hornillos.
La escultura de Chillida es una representación metafísica. Si vemos una escultura de Chillida sabemos que es de Chillida.Todas las esculturas llevan impreso su personal sello por la original forma que las define y las hace únicas. Las esculturas de Chillida no representan una realidad concreta percibida por los sentidos. Quieren representar a lo más profundo por debajo de las apariencias. Aquello que está más allá de la física y sus ecuaciones. Le preocupa más inquirir soluciones a ecuaciones que en lugar de números, conjuguen los elementos agua, aire, tierra y fuego de los presocráticos que forman y transforman el ser de las cosas. Los dos materiales preferidos, que no únicos, de Chillida fueron el hierro y el hormigón. La ductilidad de estos materiales, el forjado del hierro por el fuego y la fragua del mortero de hormigón por el encofrado le permite actuar como Demiurgo creador de formas que nos sorprenden "más por lo que preguntan que por lo que representan".
Eduardo Chillida a la puerta de la iglesia entre Javier y Joaquín