Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La lengua es compañera del Imperio y el glorioso 78 cerrará este año 24 con dos nuevos pruritos idiomáticos o dialectales: el “estremeñu” de la Guardiola, que lo pronuncia como silbando el “Only you” (ella sería la Zola Taylor de los Platers jamoneros), y ‘el andalúh’ del Bonilla, que va por Sevilla como Abu por Damasco, con una sonrisa de Hillary en la boca.
–Hillary es una mujer carismática y cercana. Y he podido conversar con ella sobre Andalucía y el futuro que le espera.
Ahora que la tala de olivos arrecia en aquellas tierras, digamos que en el guiñol del Estado de Partidos todo es mentira menos lo malo. La más piadosa de esas mentiras fue el referéndum andaluz, que, con la Constitución en la mano, se perdió, más no para nuestros juristas, cuyo santo patrón sería Juanelo Turriano, el eximio arbitrista de Carlos V, para quien construyó un estanque cuyas aguas atrajeron a los mosquitos que mataron de paludismo al emperador. De Turriano, en Andalucía, hizo Gonzalón, y lo cuenta Peces Barba. Gonzalón: “Hay que buscar una solución a esto”. Peces: “Oye, pues yo no sé… Como no quieras que metamos votos falsos…” Gonzalón: “Tú lo que eres es un juridicista, estoy harto ya de estas consideraciones jurídicas tuyas…” Y entonces Peces se quitó de en medio “y ya no sé lo que hicieron”, aunque lo sabemos todos, otro “de la ley a la ley”, esta vez con una ley orgánica como tipex constitucional. En el preámbulo del Estatuto se decía: los andaluces no sostenemos “pruritos idiomáticos o dialectales, que también pudiéramos mantener con sólo aplicar a la expresión ortográfica las peculiaridades fonéticas del habla meridional”.
–Los catalanes tendrán su “Nau” y su “Veu de Catalunya” y su “Generalitat”, pero aquí tenemos la “arcardía” y el “gobernaor siví” y el “envacunaó”… –contestó Pemán, para quien “el desprecio de la fonética popular es una cosa nacida de prejuicios antidemocráticos que deben desaparecer en estos días”, invitando a rebelarse contra los caprichos aristocráticos de cluniacenses y académicos.
Para Pemán, el sistema es fácil: no hay más que aplicar, sino que al revés, el secreto de los catalanes. Ellos, para acentuar su “hecho diferencial”, tuvieron que huir de lo popular (por ejemplo: en vez de “paraula”, “mot”): “Nosotros tenemos que ir en su busca. Ellos encomendaron una misión a los eruditos; nosotros la debemos encomendar a las cocineras. Así como ellos fundaron su “Institut” de sabios catalanes, nosotros debemos fundar un ‘Instituto de Analfabetos Andaluces’, donde los carreros, las cocineras y los limpiabotas enseñen la pronunciación popular y creen así nuestro dialecto diferencial”. Y proponía premios para los que más faltas de ortografía pusieran en una página o para los que se comieran más sílabas en cinco minutos.
–Hecho esto, no queda más que declarar la obligatoriedad del “andaluz” para todos los documentos oficiales, y ya podremos hombrearnos con los catalanes.
[Viernes, 13 de Diciembre]