La época dorada del Spórting. Quini y Joaquín juntos
Dubasin, goleador felicitado por Gaspar Campos
Francisco Javier Gómez Izquierdo
En el fútbol hay equipos que caen bien a todo el mundo. Estuvieron de moda el Logroñés y el sonoro nombre de su estadio, "las Gaunas", el Numancia y sus "Pajaritos", el Extremadura con el Francisco de la Hera; ahora mismo reverdece el cariño a mi Burgos y a mi Córdoba para los que el aficionado neutral tiene de verdad buenos deseos: "que se salven los dos" me dice uno de Cabra de Santo Cristo (Jaén) -por cierto, el Santo Cristo, de Burgos- viéndolos pasar tantas penalidades.
De los bien queridos por tradición uno diría que los más significativos son el Cádiz y el Betis por su salero, y desde hará alrededor de medio siglo, el Spórting de Gijón, que con un fútbol poderoso y elegante levantó a finales de los setenta una ciudad deportiva, Mareo, por la que se tuvo y se sigue teniendo admiración, respeto y sana envidia. José Manuel Díaz Novoa, todo un señor, gestionó los inicios de Mareo y glorificó a principios de los ochenta un Sporting que robaba corazones. Otro señor con pasado burgalés, fue portero muy gruñón, Carlos García Cuervo, añadiría ADN gijonés a Mareo y al Spórting noventero, que prohijarían los buenos aficionados españoles.
La cantera esportinguista cosecha gavilla anual pero ¡claro está! debido a su modesta condición las mejores espigas se las llevan los poderosos, aunque clubes no tan brillantes también se acercan en busca de cesiones o a la compra de algún mediocentro o lateral al que ofrecer mejor soldada.
El Sporting ha dado porteros sólidos como Castro o Ablanedo. Ahora mismo tiene de reserva un "yogurín" nacido en Cuba, Christian Joel, en Mareo desde los quince años; el titular es Yáñez, veterano de la cantera del Real Madrid. Los laterales son de Gijón: Cote, un tío veterano que ha jugado en el Oporto y la Roma haciendo gala de zurda portentosa, y el joven Guille Rosas, pundonor y aplicación por arrobas. Para servidor lo más vulnerable del equipo está en el centro de la defensa con el serbio Nikolás Maras y el coruñés Rober Pier, ambos algo descoordinados, algo lentos, algo despistados .., Dos asturianos, Diego Sánchez y Pablo García son relevos defensivos mientras dos Nachos, Nacho Martín, de Noreña, y Nacho Méndez, de Luanco, junto al vasco Olaetxea son los pulmones y el corazón del equipo a los que Gelabert, palentino cedido por el Toulouse y el maño Jesús Bernal relevan con extraordinaria eficacia a cualquiera cansado o lesionado. Tengo inclinación por el siete, Gaspar Campos, mediapunta que dispara con mucho estilo. La temporada pasada hizo diez goles y siete hace dos en su cesión al Burgos; Quero tiene la vistosidad de los extremos pequeñitos; Otero y Caicedo son nueves negros, musculosos, fajadores... Campuzano tiene el mismo corte, pero éste es blanco. El delantero que desespera y doblega a las defensas contrarias es un tipo de aspecto famélico llamado Dubasin que a pesar del nombre es ilerdense. Está creciendo mucho este Dubasin al que repudió el Oviedo y al que llaman "pingüino" en vez de "cigüeño" como sería más apropiado.
Enrique Castro Quini acompañaba al Sporting en los desplazamientos como responsable de relaciones institucionales y a él se le pedían fotos y no a los futbolistas. Le sustituyó tras su muerte Joaquín Alonso, otra leyenda que como Quini recibe los parabienes en las ciudades que visita. Joaquín anda con dolencias preocupantes y los jugadores sportinguístas no tuvieron mejor ocurrencia la última jornada que dedicarle dos goles animándole en la recuperación. Dos goles que ¡vaya por Dios!, marcaron Otero y Dubasin... ¡al Córdoba!