viernes, 3 de julio de 2009

CERDOS BUSCADORES DE TRUFAS



Pintor, pinta y calla


TRABAJADOR AUTÓNOMO Y ARTISTA PINTOR

Por Pepe Cerdá



Soy a efectos fiscales un trabajador autónomo. Mi padre también lo fue. Y mi abuelo, aunque no se hubiese inventado entonces el término, también. Tras un siglo largo de lucha, los sindicatos han conseguido mejoras sociales como el derecho al paro, la regulación de la jornada laboral, las vacaciones y todos estos asuntos, para los trabajadores. Para los trabajadores por cuenta ajena, claro está. Lo de los trabajadores autónomos nunca ha sido asunto de los sindicatos. Los trabajadores autónomos no se sindican, no se asocian; al contrario, tienden a intentar destruir a su competencia. Prácticamente todas las personas que conforman mi universo familiar y afectivo mas cercano son trabajadores autónomos, trabajadores por cuenta propia. Son personas que no se han puesto “a cubierto” buscándose una canonjía, ya sea por vía de la oposición, del enchufe o del mérito, que les permita despreocuparse de la cuestión de cómo pagar el seguir vivos, ni han firmado un contrato por cuenta ajena que les reconozca derechos. En socialdemocracia son las personas como yo y mis cercanos las que, como no sabemos moderar nuestro desmedido afán de lucro, hemos de ser controladas, fiscalizadas. Nuestra vampírica sed de sangre fresca, de lucro, es la que ha de pagar la tranquilidad de los que pacen con regularidad del Presupuesto. La regularidad en la cuestión del estipendio no les preocupa mucho a los granjeros que nos ordeñan. Como a las cabras, será nuestro instinto depredador el que nos alimentará. Somos para ellos seres inferiores, menos romanizados, menos ordenados. Somos seres no previsores, incapaces de organizarnos, de asociarnos, cualidades imprescindibles para existir en democracia, sin tiempo ni energía para otra cosa que no sea buscar desesperadamente dinero. ¡Que asco! Somos sospechosos por definición. Para los otros, los no autónomos, los no profesionales liberales, venimos a ser como el cerdo buscador de trufas que con su hocico horada desesperadamente, obsesivamente, la tierra dónde su olfato ha detectado el hongo. Al igual que al cerdo, se nos deja la mínima cantidad para que continuemos con nuestra labor. El Estado no se ocupa mucho de nosotros, no le preocupamos. El Estado se ocupa verdaderamente de lo que le sale rentable electoralmente. Se ocupa de las clases más desfavorecidas y numerosas redistribuyendo lo que le sobre después de haberse alimentado él, naturalmente. El Estado se ocupa también de pactar de igual a igual su relación fiscal con las grandes compañías y bancos en la que la regla general es la exención para garantizar los puestos de trabajo. O por ser más claros: las grandes compañías chantajean al Estado para pagar lo que les dé la gana. De los impuestos de los trabajadores por cuenta ajena se ocupa directamente el ordenador. Esto hace que seamos los profesionales autónomos y las pequeñas empresas los objetivos únicos de los funcionarios por los que el Estado recauda. Además sale gratis. Nunca nos quejamos. No tenemos tiempo. Ahora que no hay trufas. Ahora que aunque nos dejemos el hocico no las vamos a encontrar, quizás tengamos algo de tiempo y en la cola de los comedores de beneficencia nos dé por organizarnos para existir. Aunque no lo creo.

(Publicado en el blog http://pepe-cerda.blogia.com/ )