Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Marinetti revisitado, de la mano hoy de Alfredo Valenzuela, editor del manual de seducción futurista “Cómo se seduce a las mujeres” (“Come si seducono le donne”), publicado en el 17, cuando España fue a parar al “cul de sac” del que nunca salió.
–Si nos ayudas a conquistar todas las hermosas libertades que los Futuristas queremos ofrecerte –anota Marinetti en su “Saludo de un artillero futurista a la mujer italiana”–: Derecho al voto. Abolición de la autorización marital. Divorcio fácil. Devaluación y abolición gradual del matrimonio. Devaluación de la virginidad. Ridiculización sistemática y encarnizada de los celos. Amor libre.
El fascismo, que diría Errejón, ese equino de Laclau que en la “fiesta antifranquista” (versión de Telemadrid) del Dos de Mayo volvió grupas por no saludar a Rocío Monasterio, su enemiga de clase (no vive de beca), la señora sentada a su lado.
Marinetti es, como Rivera, un nadador, y como Casado, un orador, el hombre que por primera vez habla de las mujeres, no por lo que de ellas ha leído en los libros, sino por lo que con ellas ha discutido en las camas.
–¿Un libro sobre el arte de seducir a las mujeres, ahora? Sí, ahora, en la conflagración futurista de las naciones, en nuestra guerra higiénica liberadora innovadora centuplicadora yo siento la necesidad de deciros cómo se seduce a las mujeres.
Y dice cosas del 17 que hoy le supondrían la ruina. “Una mujer lujuriosa necesita de vez en cuando ser presa de un filósofo alemán”. “La mujer que no cambia de macho se pone fea antes de tiempo” “Las mujeres son lo que son, es decir, la parte mejor de la humanidad... En resumen, la parte menos alemana”.
–Tuve entre mis numerosas aventuras sólo tres amantes alemanas. Una hamburguesa lozana, pero pedante y cretina como un ensayo crítico de Benedetto Croce. La mujer de un editor de Lipia, sosa. Y una inolvidable señora berlinesa.
¿Qué hay que tener para seducir a tantas mujeres? “Todas las cualidades de un futurista italiano”.