Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En tres palabras (“We, the people”) de los Founding Fathers está la madre del cordero de la democracia representativa, a cuyo padre, es decir, los Founding Fathers, se propone matar ahora la izquierda, cuyas damas principales, Nancy Pelosi, la más vieja, y Alexandria Ocasio-Cortez, la más joven, desafían a Alexander Hamilton a un duelo constitucional aún más dramático que el que hace dos siglos le costó la vida ante Aaron Burr.
Primero Ocasio-Cortez llamó en Facebook a ayudar a los demócratas a recuperar “las tres cámaras del Congreso”, y luego Nancy Pelosi, tras avisar que no se andaría por las ramas, soltó ante la prensa que “la belleza de la Constitución es su sistema de dos o tres ramas iguales de gobierno”.
En 2016, Trump se llevó tres mil de los tres mil y pico condados de la Unión, pero Hillary ganó el “voto popular” por tres millones, procedentes, sobre todo, del “excedente californiano”, y el cálculo que hacen los demócratas es meter a medio México en California y asegurarse la presidencia perpetua por el procedimiento de cambiar el voto electoral de los Estados por el voto popular de la Nación, ignorando lo que a los Founding Fathers les costó armar la Federación que conocemos.
Como los Founding Fathers no eran hombres de “Estao”, como nuestros liberalios, cogieron el “we, the people” e hicieron lo que Octavio Paz manda hacer con las palabras (“Dales la vuelta, / cógelas del rabo (chillen, putas), azótalas…”), cosa que nadie más ha hecho (lo nuestro es lo que Franco llamaba “unidad de poder y coordinación de funciones”): pues que a un poder sólo otro poder lo frena, dividieron el poder y separaron las partes. Mejor dotado que Pelosi y Ocasio, Hamilton distinguió entre representación y representatividad. En una separación real, el diputado (la Nación legisla) es representante, no representativo, pero el presidente (el Gobierno ejecuta) es representativo, no representante. Esta Notre Dame de la democracia es la que van a quemar.
Trump 2016