¡Ah, se jubiló un clásico de los Madrid-Barça!
Undiano Mallenco
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tras el desastre de Roma, a mí me pareció que el Barça de esta temporada, sin renunciar del todo a los mandamientos cruyffistas del toque, apostaba por una practicidad inteligente para llegar dominador y temible a finales de mayo. Valverde, comedido y siempre sensato en la parla, gestionaba un tran-tran devorapartidos que iba acumulando puntos sin el más mínimo sobresalto y con la siempre participación estelar de Messi, esa enorme ventaja culé sin, al parecer, fecha de caducidad.
Creo que el comportamiento e incluso el planteamiento de Valverde era más que correcto... hasta la noche de Liverpool, donde el entrenador debió apartar al profesor educado y respetuoso e imponer su energía, además de sus criterios, a una clase aburrida y sin alma plagada de alumnos indolentes tan pagados de sí mismos que desprecian el pundonor y el coraje ajenos como si estas armas sólo fueran instrumentos de esos “otros” futbolistas que, por no estar en el Barça, carecen de mejores talentos. En Liverpool, como en Roma y ayer en Sevilla, el Barça salió con las eliminatorias y la final resueltas y con un “no puede volver a pasar; tenemos a Messi”. Semejante actitud y convencimiento implica relajación en el músculo, dejadez en la marca, errores en la respuesta requerida en cada situación de juego y sobre todo un cansancio anímico y una falta de concentración que a mí ya me parecen de campeonato.
Tenía y tengo la sensación que la derrota ante los hombres de Klopp, ese míster todo energía, sumió a todo el club azulgrana y en particular a su plantilla en una depresión angustiosa de la que quizás con el “Txingurri” tendría que haber bastado para aplicar la terapia correspondiente. Pero no, el míster también aparece pesaroso y atribulado y quizás la enfermedad sea más compleja y difícil de erradicar. Así me parece después de ver el planteamiento táctico de Marcelino en la final de Copa basado en la simpleza esperada del más elemental contraataque. El del balón largo a la banda y a correr. Valga que Gayá -llama la atención la excelente condición de los laterales zurdos del Valencia- corra mas que Semedo y el refuerzo de Sergi Roberto juntos pero que Soler sobrepase a Jordi Alba en un sprint a mí me pareció un preocupante síntoma, detectado ya en Anfield, de lo que puede llegar.
El hartazgo de triunfos, tanto de Barcelona como R. Madrid, está mostrando un debilitamiento anímico en la personalidad de los mejores jugadores del mundo que me parece va a dar muchos disgustos en los dos o tres próximos años, pues da la sensación como si no quisieran admitir su responsabilidad y achacaran el deterioro propio a “las cosas del fútbol” como si ellos no tuvieran obligación de ser futbolistas en cuerpo y alma teniendo en cuenta sus emolumentos Hors catégorie.
Extraordinaria la rapidez del Valencia en la transición robo y encare a Cillessen con movimientos muy trabajados y muy repetidos en las sesiones de entrenamiento que se dedican a la preparación de partidos y que creo ha sido determinante en la conquista ché de la Copa. Mi sensación es que Marcelino preparó la final para ganarla ensayando carreras y comiendo la cabeza a sus pupilos mientras Valverde, por no molestar demasiado a los suyos, dejó que continuaran en la amable costumbre del rondo mientras se volvía a encomendar a Messi, el santo que casi nunca falla. Intensidad se llama la figura. De imprescindible aplicación siempre y sobre todo a final de temporada.
Estuve tentado de ir a Sevilla por haberse hecho mi chico vecino del Villamarín, más que nada por ver el ambiente y asistir a los vivificantes prolegómenos de los grandes partidos, pero como a Valverde, me pudo la practicidad y preferí quedarme a la sombra en Córdoba, aburrirme viendo a los hijos de Zidane y a mi equipo empatar a cero en Majadahonda, ante un Rayo de parecida precariedad a la nuestra y que me da, nos acompañará a la 2ªB, y empalmar la ida de la fase de ascenso a 2ª entre el Castilla y el Cartagena con un 3-1 a favor de los castillistas. En vez de aparcar el fútbol y echar la tarde en la feria que es lo que debía haber hecho, ya ven, en el sofá como si fuera noviembre.