¿Penas o risas?
Francisco Javier Gómez Izquierdo
No. Les juro que no me las quiero dar de trascendente o exquisito cuando digo que ni me educaron ni estoy preparado para soportar tanta desvergüenza, tanta mala educación y tanto jeta subvencionado como padecemos. Rectifico en lo de padecer por no ser apropiado ya que de modo incomprensible los desatinados forman legiones por doquier y con la coartada de las votaciones, lo deshonroso y lo injusto se ha hecho costumbre en España.
Puede que esté equivocado, pero creo que las votaciones se controlan educando a los votantes desde benjamines -así la extraordinaria implantación del nacionalismo y los diversos y curiosos sectarismos-; se los fanatiza en mayor o menor grado a partir de juveniles con profesores universitarios escogidos de entre los más doctrinarios y al resto de la población se la entontece con “el tele”, quizás la sustancia estupidizante más destructora del siglo. La “paguita” también tiene su aquél, pero dejemos los charcos para otro día.
Ni siquiera el no participar en la evidente degeneración a la que dicen democracia, reduce el descorazonamiento que me ha asaltado esta mañana al ver en la prensa el Congreso, “¡¡sacrosanto lugar de la soberanía!!”, nos decían, asaltado por golpistas, presuntos delincuentes, faltones orgullosos de serlo, buenistas ruinosos y todo tipo de desagradecidos con esa Hacienda Pública que les permite vivir como Epulones. Lo triste y desmoralizador es que están ahí porque los españoles los han votado libremente, dicen, y por lo tanto, toda la ignominia y la indignidad que soportemos se considerará solicitada por los afectados
Uno, simple observador de los acontecimientos, tiene entre ceja y ceja aquella LOGSE y sus distintas ramificaciones por pervertir inclinaciones infantiles, el infausto 11-M que sacó lo peor de muchas personas arrastradas por rabadanes atentos a una batuta dicen algunos que mefistofélica, y sobre todo estoy convencido de que hay gente tan mala que ni siquiera lo sabe.
Está demostrado que la gente más mala es la que exige del rigor de la ley en lo tocante a los derechos y su nulidad en los deberes. Por cierto, el Vallina, histórico atracador y uno de los fundadores de la COPEL, ha vuelto a la cárcel por vender “rebujito” en Cádiz. A Vallina nunca se le hubiera permitido recibir un teléfono en una salida a diligencias. La chulería de los presos de ayer con los móviles no tengo claro si es sancionable por la Junta de Régimen de la prisión, por el Código Penal o por el Civil. El Vallina seguro que lo sabe.