La Virgen de los presos
Francisco Javier Gómez Izquierdo
La Merced sale en Lunes Santo de la parroquia de San Antonio de Padua en el Zumbacón. La Merced es la Virgen de los presos, de los que los guardan y de mi barrio. Para mi madre, que la vio hace veinte años, es “una Dolorosa guapísima con un manto y un palio de lo que es. De reina del Cielo.” Uno, que aprendió con maneras y métodos distintos a los del siglo, coge cariño a determinadas imágenes y algunos santos porque tiene por buenas las costumbres de los padres. Así, San Esteban Protomártir siempre será el primero de los míos; San Pedro por todo lo que me hizo disfrutar a comienzos de los veranos de mi juventud; de mi vida en Pamplona me llevé a San Fermín y aquí en Córdoba no ha cuajado entre mis preferencias San Rafael porque siendo Arcángel no creo que pueda acometer trabajos humanos. De Córdoba me quedo con los Cristos trinitarios (el Rescatao y el Esparraguero) y esta Virgen de la Merced que ayer se vestía de Reina para recorrer las calles de la ciudad.
No tenía intención de entrar en el Patio de los Naranjos, pero al final no me pudo el genio y sucumbí a la tentación de ver cruzar puertas sagradas por primera vez. Como me temía, los alrededores de la Mezquita estaban sembrados de vallas y barreras con vigilantes prohibiendo el paso, por lo que sólo los conocedores de las callejuelas de la Judería -quemo azúcar casi todos los días por ellas- pudimos acceder sin quedar atrapados, a escenario tan espectacular. Quiero creer que el tapón, un atasco morrocotudo, que se produjo entre la Cruz del Rastro, San Fernando y Cardenal González sólo puede ser achacable a la novedad del recorrido y a un fallo subsanable de coordinación, pero el caso es que aquello duró más de una hora con los penitentes, nazarenos, pasos y espectadores atrapados en un ni p’alante ni p’atrás angustioso y claustrofóbico. Lo vi desde el otro lado de la ronda de Isasa y miedo me da lo que pueda ocurrir en los atardeceres del jueves y el viernes.
La nueva puerta de la Mezquita
La Virgen del Campo de la Verdad saliendo por la puerta de Las Palmas
Dolorosa abandona el patio de los naranjos por la puerta de Santa Catalina