Abc
La agenda de Zidane con Atlético, Bayern y Barcelona de una sentada sólo es comparable a la de Trump con Rusia, Siria y Corea del Norte, sólo que Zidane, un hombre que oye voces, cuenta con mejor prensa.
Establishment él mismo, Zidane es el ojito derecho del establishment, que adora el azar. Del Zidane futbolista nos queda la volea de Glasgow, que hizo del fútbol un juego de azar. Y del Zidane entrenador tenemos un montón de “photo finish” (azar con flash) que deciden campeonatos.
Van Gaal y Mourinho han hecho sus carreras tomando apuntes. Zidane, en cambio, da la impresión de presentarse a los exámenes sin preparación, como hacen los tíos con suerte. Van Gaal y Mourinho van al banquillo como Gonzalo García Pelayo iba al Casino, con un fajo de folios repletos de cálculos de probabilidades. (“La fabulosa historia de Los Pelayos” o “Breaking Vegas: The roulette assault”). Zidane se sabe un elefante trompa arriba y se planta ante la ruleta con las manos en los bolsillos: no tiene sino que apostar y ganar. Esto debe de sacar de quicio a los entrenadores de folio en la mano y lápiz en la oreja, pero así es la vida. A falta de tres minutos sacas a Casemiro para aguantar el empate en Gijón y en la confusión de la agonía surge Isco y mete el gol de una victoria con pololos de Liga.
La Liga es la machada que necesita el Madrid, que sigue colgado de la de Mourinho, aquella piñata con récord de puntos y goles. La Copa de Europa es gloria (da la medida de una leyenda), pero la Liga es seriedad (da la medida de la historia).
Atlético-Bayern-Barcelona, y Zidane en el banquillo.
–El mundo se está volviendo loco –dijo el otro día en Inglaterra Pepe Guardiola, el Gandhi de Sampedor–. ¡Ojalá que Putin y Trump puedan solucionarlo!
Después de encarrilar intelectualmente el “prucés” separatista de Cataluña, Guardiola, que ha visto las orejas al lobo en el City, se postula al puesto de Bannon en la Casa Blanca, pues se ve con proyección moral para sentar a Putin y a Trump a arreglar el mundo, que seguramente incluya la remontada (segura) del Barcelona ante una Juventus huérfana (detalle definitivo) de Agnelli.
–Embarcado yo en Palma de Mallorca –cuenta Mendoza en sus memorias–, Agnelli pasó en el barco del Rey. Nos acercamos para saludarnos, y cuando el Rey le dijo que estaba frente al barco del presidente del Real Madrid, Agnelli contestó, con gesto adusto, que a él del Real Madrid sólo le interesaba Emilio Butragueño.
En realidad, Agnelli estaba interesado en Sanchís, y todas las mañanas telefoneaba a Mendoza para preguntarle, en francés, por el central de las cejas gordas. ¡Pobre Juve, que viaja a la ciudad de los prodigios sin Agnelli y con un mísero 3-0!
El Barcelona da por hecho que vendrá al Bernabéu con el subidón de la remontada europea a la Juve, y el Madrid da por hecho que lo recibirá con la piel del Bayern (desgermanizado por Guardiola) puesta a orear en la portería de los goles. Será el partido más interesante del año, porque, como decía Gregorio Corrochano, el de los toros, el secreto del fútbol está en la competencia de las dos porterías (lo decía sosteniendo con firmeza en su mano una copa de Valdespino):
–Quite usted una portería y no queda nada.
Que la multitud se entusiasme y llene los estadios hasta desbordarlos sólo tiene un secreto (¡el secreto del éxito!): aferrarse a un bando (cada uno a la portería que más le agrada) y hacer surgir así la competencia.
J. K. Rowling
HARRY ISCO POTTER
La magia pelotera de Isco en Gijón sirve para que cada cronista deportivo pueda jugar a sentirse J. K. Rowling (¡Harry Isco Potter!) por un día, que, tal como está el oficio, siempre es una salida. Isco hizo cisco al Sporting y por eso es Isco; si se lo hiciera al Barcelona, sería Dybala. He aquí la madre del cordero: para ser Dybala, hay que jugar contra el Barcelona, y para jugar contra el Barcelona, hay que ser de la BBC. La pelota de Isco, pues, está en el tejado de Zidane, y Zidane, si damos crédito al capellán de Bielsa en España, “tiene una trayectoria sospechosa como entrenador, porque ¿qué cualidad define a Zidane?”