jueves, 14 de julio de 2016

La memoria de la virtud

José Moreno Villa


Vicente Llorca

 (…) ¿Quién hizo capitán
al mozo tabernero y juez al hortelano?
¿Quién hizo embajador al pobre analfabeto
y conductor de almas a quien no se conduce?

   José Moreno Villa      No vinimos acá, nos trajeron las ondas


Cuando uno era pequeño el mundo aún no estaba al revés. Vagamente, pero el maestro era uno mayor que enseñaba, el juez un señor muy serio que nunca se reía, y nuestra tía soltera una señora muy gorda, que nos llevaba a los museos, daba propinas y siempre estaba preocupada porque no comíamos lo bastante.

Lo impensable del mundo al revés todavía no había aparecido. Y cuando surgió –poco a poco, irremisiblemente– la noción del escándalo no nos ha podido abandonar. A pesar de su reiteración, a pesar de la evidencia. Cómo renunciar, después de todos los años, a la sensación del escándalo, la perplejidad frente al disparate… Sería aceptar que  nunca hubo una cosa en su lugar, ni aprobaron los que estudiaban, ni nuestros padres lo sabían todo. 

Aunque, probablemente, nunca fue del todo así.

La sensación de lo escandaloso guarda aún, en su irritación, el último refugio de la areté griega. Esto es, de la excelencia ciudadana. Cuyas virtudes específicas eran anderia   (o valentía), sofrosine  (moderación) y dicaiosine, la justicia. La indignación es su última señal. A pesar de los tiempos.

Nunca hubiéramos podido imaginar –y la indignación lo demuestra– que el autor de un epigrama en el que se recomienda a la mutilada Irene Villa que vaya al cementerio de Alcasser a por repuestos (literalmente) fuera un concejal del Ayuntamiento de Madrid. Ni que el autor de la execración sobre la muerte del torero Víctor Barrio –en la que afirma que “ Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan. Cabrón “– fuera maestro de primaria. La autora de otra pieza lírica como “sólo me arrepiento de que no le hayan lanceado, picado y clavado las banderillas antes de meterle una espada por la espina dorsal como hacia el …” – sic. Sin  acentos– es enfermera del Hospital Infanta Sofía… Y el firmante del  "Si todas las corridas acabaran así más de uno íbamos a verlas" dice ser cantante lírico o algo similar…

Perplejos, la indignación nos advierte aún de que hay una virtus secreta. En algún lugar del recuerdo. Frente a la ignominia del presente.