sábado, 30 de julio de 2016

El cuarto


 Luis Bonafoux



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Resumida cruelmente en Twiter, la investidura queda políticamente como sigue: “O sea que el cuarto en las elecciones pide que el primero eche a su líder, que el segundo forme gobierno con el primero, y que los dos le admitan en el mismo”.

    El “cuarto” es Rivera, a quien Rajoy, Snchz y Pablemos (primero, segundo y tercero) podrían contestar lo que los caciques del río Sinú, en Colombia, contestaron al conquistador Fernández de Enciso que les leía el Requerimiento de Palacios Rubios (documento de conquista):
    
–…en lo que decía que el Papa había hecho merced de aquella tierra al rey de Castilla, dijeron que el Papa debiera estar borracho cuando lo hizo, pues daba lo que no era suyo, y que el rey que pedía y tomaba tal merced debía ser algún loco, pues pedía lo que era de otros

    En los recreos de la escuela, si querías jugar al fútbol y no sabías, aportabas el balón y te garantizabas un puesto de portero, aunque fueras gafotas y, al tener que jugar sin antiparras, no vieras por dónde venían los goles. Pero había un lúser más penoso: aquél que, sin juego ni balón, insistía en participar, y como le gustaba mandar, se ofrecía de árbitro. Como Rivera en el juego partidocrático.

    A Rivera, movido por el patriotismo de un verso que se le cayó a Sabina en Malasaña (“Que ser valiente no salga tan caro, / y que ser cobarde no valga la pena”), le ha dado por ir por la política española de árbitro… del honor.

    –En las colonias no hay cuestiones de honor –dijo un amigo golfo de Bonafoux para despedir a los padrinos que le mandaron estando en La Habana.

    En las partidocracias no hay cuestiones de honor: todos son partidos estatales. Como jefe de uno de esos partidos, ¿cómo establece Rivera su superioridad moral en relación a los otros? ¿Por el tamaño?

    La corrupción sistemática viene dada por la unión y confusión de poderes, y ni se imagina Rivera hasta qué punto los vicios del sistema sobrepasan a la virtud de los hombres que lo practican.