Enfermera Ratched
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Hillary Clinton, “la enfermera Ratched” de Boris Johnson, ya es la primera señora que aspira a mandar en el nido del cuco de la Casa Blanca. Merecidamente, si tenemos en cuenta que, a punta de cuerno, tuvo a un presidente durmiendo con el maletín nuclear en un sofá.
Quienes dan importancia a lo de ser señora para mandar olvidan que el mando carece de sexo, y que, llegado el caso, Hillary siempre será más señor que su marido, que ahora, como Primer Caballero, tendrá que hacer un Discurso de Primera Dama (DPD).
Esa industria del partido demócrata que es el periodismo americano denunció que la bella Melania Trump, al decir lo mucho que ama a América, plagió el DPD de la menos bella Michelle Obama, la que cerró la calle de Doctor Castelo de Madrid como si fuera la Green Zone de Bagdad para, “como una ciudadana más”, degustar unas corujas en La Castela.
Quizás Michelle comparta con Barak el mismo escritor de discursos, que no es Theodore Sorensen (¡el Ónega de Kennedy!), y tampoco Henri Guaino, que hizo de Sarkozy una mezcla de Chuck Norris y De Gaulle. Hablamos de Jon Favreau, joven y, sin embargo, cursi (“la falsa sensibilidad” de que hablaba Tocqueville), que abreva en el Rincón del Vago, por la serie de majaderías que ha hecho decir a su amo, para quien lo importante no es lo que se dice, sino cómo se dice.
En su infame discurso de El Cairo, a Obama le hicieron decir que América no habría llegado adonde está sin la tecnología andaluza.
–Islam has a proud tradition of tolerance. We see it in the history of Andalusia and Cordoba during the Inquisition.
¿A quién importan los hechos? ¿Al “New York Times”, cuyo crítico gastronómico posaba en la Mezquita de Córdoba para decir que desde allí Felipe II dirigía el Imperio?
De nuevo en la Casa Blanca, escribiendo los discursos, los Clinton, Hillary y Bill, serían como los Marías, Julián y Lolita.
–Cuando iniciaba una sección, Lolita se volvía hacia mí y me pedía: “Un titulito, por Dios”.