lunes, 18 de julio de 2016

Barbate con su Virgen del Carmen

 La Virgen del Carmen saliendo en procesión de San Paulino

 En la Lonja

 El Levante

En “El Prontitud”

Francisco Javier Gómez Izquierdo

      Mi chico, cada vez que nos encontramos el Levante en Barbate entona un pasodoble al parecer mítico del Carnaval que hace novios de la Tacita al Levante y al Poniente, dos cortejadores por los que “Cái” está que bebe sus vientos. Poco importa que los hombres de la mar  digan que como el Levante te coja descuidado de chico puede hacerte loquear o que los veraneantes que pagan un apartamento, por ejemplo estos días de la Virgen del Carmen, no puedan pisar la playa y hagan promesa de no volver. El Levante se despereza en el estrecho cuando le da la real gana e incomoda sin avisar y sin caridad. El Levante existe desde que el mundo es mundo y pasea desde Algeciras hasta Cádiz antes de que llegaran los hombres.  A veces el Levante se pone moderado y el recondenado se hace querer, por los que como un servidor huimos de la calorina omeya.
      Levantazo en un Barbate que no quiere dejar de ser pueblo de pescadores y que intenta honrar a su patrona como en los mejores días. “¡Qué rico era Barbate hace cuarenta años, quillo!”. Quedan muchos barbateños en el fondo  del mar y el pueblo con su alcalde a la cabeza pide a la Virgen que el mar los devuelva y que no se lleve a ninguno más. La triste noche del Pepita Aurora estábamos en Barbate y mi doña no sabía cómo esconderse entre las sábanas ante los aullidos apocalípticos que amenazaban la llegada de mil demonios. ¡Que noche aquélla! Ves a las mujeres del brazo de sus marineros con ramos de flores para su Madre, Reina y Capitana y no puedes dejar de pensar en esa falta de respeto por la vida de esas fieras que un día nacieron personas y que domadores sin entrañas las convirtieron en asesinos.
 
      ¡Larga vida a Barbate y sus vecinos!