jueves, 1 de agosto de 2024

El tabarrón



La derecha intelectualista que lee a
Yuval Noah Harari


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La más fina refutación al tabarrón catalán la hizo Tarradellas, el de “Ja sóc aquí!”, cuando dijo a Milián Mestre:
    

Cony! Quina Catalunya ens ha deixat Franco!
    

El tabarrón catalán ya volvió loco al pobre Ganivet, que acabaría de cónsul en Riga, donde la depresión noventayochista lo llevó a los 33 años a tirarse al río Dvina: lo rescató con vida un barco, pero él volvió a saltar por la borda.


    –El renacimiento catalán ha sido obra de España entera –dice en una carta a Unamuno, y me disgusta la ingratitud con que su juventud intelectual juzga a España.
    

En el 77, antes de “la democracia que con tanto trabajo nos dimos todos”, Suárez, el de Cebreros, y Tarradellas, el de Cervelló, iban adelantando temas por su cuenta y firmaron un comunicado conjunto en el que el Moisés catalanista rechazó el “café para todos” de Adolfo Igualdad:
    

En el comunicado, Suárez quería que constara mi conformidad con un régimen autonómico uniforme, pero yo veía que, si se aceptaba este principio, España se desmembraría y se convertiría en un Estado ingobernable.
    

Cuarenta años después, la idea de gobernabilidad es que Cataluña sea Silicon Valley, y el resto de España, los Apalaches.
    

La primera fuerza es la Abstención, que en un Estado de Partidos es un síntoma de dignidad política. (Si la base del sistema no es la representación de los electores sino la integración de las masas en el Estado, con la mitad de las masas sin integrar tenemos un sistema en quiebra). La segunda fuerza es un PRI encabezado por el peor ministro del mundo en la gestión de la pandemia. La tercera fuerza son los separatistas de calzón quitado. Y la cuarta fuerza es la “derecha populista”, como la llama la “derecha intelectualista” que calza “new-balance” y lee las “21 lecciones para el siglo XXI”, de Yuval Noah Harari, el Chaves Nogales de Obama, lector de dos libros, éste y “Los conceptos elementales del materialismo histórico”, de Marta Harnecker.
    

A vivir, pues, a Portugal, donde siempre debió tener su capital España.


Febrero, 2021