viernes, 23 de agosto de 2024

Ahora que el PP nos trae la censura china, hablemos del tren Madrid-Yiwu





HEN PARTY

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Vi como en dos fogonazos de magnesio los mítines de la vicepresidenta Díaz y de la ministra Montero (la Gran Capitana de las cuentas, no la cajera del colmado) y tuve la impresión de caer, como en las cámaras ocultas de Summers, en un Hen Party final.
    

Triste, solitario y final. Como si toda la Santa Transición no hubiera sido otra cosa (¡que no ha sido otra cosa!) que un Hen Trip hacia este Hen Party que es hoy España, donde el cómico Imanol Arias, que se ha hecho rico contándonos la Anábasis de la Democracia Que Entre Todos Nos Dimos, intenta convertirse ahora en un Benito Cereno del Régimen, en el que Babo sería Perico Sánchez.
    

Hola. Me llamo Cereno. Benito Cereno, capitán del “Santo Domingo” (por cierto, como la nueva naturalización de Bono y Gonzalón).
    

Mi idea del Hen Party nacional se ve reforzada con la imagen de Pons, cerebro de Feijóo, firmando en la Feria del Libro ejemplares de “Ellas”, novela sicalíptica de mesilla de noche devorada en su día por Casado y Rajoy y propia de don Ricardo León, pero sin el señor León visitando a su vecina Concha Espina con medias rayadas en el bolsillo del chaqué, que eso chismorreaba Colombine.
    

En la Feria de ChamacoCurro Puya ha puesto una caseta –tituló Curro Fetén, un genio del periodismo español, ignorado por la nueva purrela umbraliana del columnismo de yesaire, que resumía así la noticia de que en la feria de Barcelona, en la que Chamaco toreaba toda la semana, Puya consiguió anunciarse un día.


    En el PP de Feijóo, Pons ha puesto un Todo a Cien, diría hoy Curro Fetén, y no por la berlina china del prócer gallego (“Coche de grandeza brava / Trae con suma bizarría”…, anota nuestro señor padre Quevedo, que en otra pintada pone en boca de gran dama: “que yo por ir en coche iré en cochino”).
    

La derecha de Feijóo sólo quiere economía (“hagan como yo, no se metan en política”), y tiene en Pons al Marco Polo que la guía en el comercio mundial, cuyos caminos llevan todos a China: María Cospedal firmó en 2013 el acuerdo de cooperación PP-Partido Comunista chino, y María Soraya viajó en 2016 a Gran Canaria para renovar en persona ante Xi Jinping “la tradicional amistad hispano-china” en apoyo del plan “España y la nueva ruta de la seda: cómo aprovechar el tren Madrid-Yiwu”, motivo por el cual la derecha española fue la más beligerante del mundo contra Trump y su guerra comercial contra “el gigante asiático”.
    

Recuerdo al Pons de 2016 asustando a los pasajeros del bus del Hen Trip con Trump, el peligro mayor, decía, para la “democracia representativa” (eso que aquí todavía no hemos visto) y, por supuesto, el Estado de Derecho, una tautología a cuya defensa viajó el propio Pons a Polonia para moverle la silla al gobierno oficial, y lo hizo desde España, país donde gobierno y oposición (pues apoyó al gobierno) viven, según el TC, al margen de la Constitución, circunstancia sobre la que todos los tanques de pensamiento no es que callen; simplemente, enmudecen, y sólo se oye “El Bacalao” del Hen Party.


Junio, 2022 



Por un liberalismo confuciano